El poder de la amistad



Había una vez en un hermoso campo argentino, un caballo llamado Pampa, una vaca llamada Lola y un burro llamado Pancho.

Estos tres amigos vivían felices y tranquilos en el campo, disfrutando de la libertad y la compañía del toro Don Ramón. Un día soleado, mientras Pampa trotaba por el prado verde, comenzó a sentir un fuerte dolor de barriga. El pobre caballo se detuvo y suspiró preocupado.

- ¡Ay, qué dolor! -exclamó Pampa-, no puedo seguir corriendo así. Lola, que estaba pastando cerca, escuchó los lamentos de su amigo y se acercó rápidamente. - ¿Qué te pasa, Pampa? -preguntó Lola con preocupación-. ¿Estás bien? - No sé qué me pasa, Lola.

Me duele mucho la barriga -respondió Pampa con tristeza-. Creo que necesito algo para aliviar este dolor. Pancho también se acercó a ellos. Era conocido por ser muy sabio y siempre tenía soluciones para todo tipo de problemas.

- Tranquilos amigos -dijo Pancho con calma-, tengo una idea que podría ayudar a nuestro querido Pampa. Escuché decir a Don Ramón que las hojas del árbol de manzano son muy buenas para aliviar dolores estomacales.

Los tres amigos asintieron emocionados ante esta nueva información y decidieron ir en busca del árbol de manzanas más cercano. Caminaron por el campo hasta encontrar uno majestuoso y lleno de frutas jugosas.

Pero había un problema: las ramas del árbol estaban muy altas y ninguno de ellos podía alcanzar las hojas. - ¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Pampa desanimado-. Parece que no podemos llegar a las hojas del árbol. En ese momento, Don Ramón apareció por el camino.

Era un toro imponente y fuerte, pero también era amable y generoso. - ¿Qué les pasa, amigos? -preguntó Don Ramón al ver la tristeza en sus rostros-. ¿Necesitan ayuda? Los tres amigos explicaron su situación y Don Ramón sonrió con amabilidad.

- No se preocupen, yo puedo ayudarlos -dijo el toro con confianza-. Con mi fuerza puedo alcanzar las hojas del árbol para ustedes. Don Ramón se acercó al árbol de manzanas y estiró su largo cuello hasta alcanzar las ramas más altas.

Con delicadeza, arrancó algunas hojas frescas y se las entregó a Pampa. El caballo comió ansiosamente las hojas mientras los demás animales lo observaban con esperanza.

A medida que Pampa masticaba, el dolor en su barriga comenzó a disminuir lentamente. - ¡Wow! ¡Funciona! -exclamó Pampa emocionado-. El dolor está desapareciendo gracias a estas maravillosas hojas de manzano. Los demás animales sonrieron satisfechos al ver a su amigo recuperarse.

Estaban felices de haber encontrado una solución juntos y demostraron una vez más que la amistad puede superar cualquier obstáculo. Desde aquel día, siempre recordaron la importancia de apoyarse mutuamente y trabajar en equipo para resolver problemas.

Cada vez que alguno de ellos tenía algún inconveniente, sabían que podían contar con los demás para encontrar una solución. Y así, Pampa, Lola, Pancho y Don Ramón siguieron viviendo felices en el campo argentino, disfrutando de la compañía del toro y aprendiendo lecciones valiosas cada día.

FIN.

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