El poder de la amistad
Había una vez una niña llamada Martina que asistía a un colegio muy grande. Martina era una niña muy tímida y le costaba hacer amigos, por lo que siempre jugaba sola en el patio del colegio.
Un día, mientras estaba sentada en un rincón del patio con su pelota, Martina se sentía especialmente triste. Veía cómo las otras niñas reían y jugaban juntas, pero nadie parecía notarla o invitarla a unirse a ellos.
Esto hacía que se sintiera aún más sola. De repente, dos niñas llamadas Sofía y Valentina la vieron desde lejos. Se dieron cuenta de que Martina estaba triste y decidieron acercarse a ella para hacerle compañía.
- ¡Hola! ¿Cómo te llamas? - preguntó Sofía amablemente. Martina levantó tímidamente la mirada hacia ellas y respondió: - Soy Martina. - ¡Mucho gusto, Martina! Soy Valentina. ¿Quieres jugar con nosotras? - dijo Valentina con una sonrisa cálida en su rostro. Martina no podía creerlo.
Al fin alguien se había dado cuenta de ella y querían jugar juntas. Su corazón se llenó de alegría mientras asentía emocionada. Las tres niñas comenzaron a jugar al fútbol usando la pelota de Martina.
Corrían por el campo riendo y divirtiéndose sin parar. Poco a poco, los demás niños del colegio también se fueron sumando al juego. La noticia de la nueva amistad entre Martina, Sofía y Valentina empezó a correr por todo el colegio.
Pronto, otros niños también se acercaron a Martina y le pidieron que jugara con ellos. Martina se sentía feliz y emocionada de tener tantos amigos nuevos.
Ya no se sentía sola en el colegio, porque ahora tenía a Sofía, Valentina y muchos otros compañeros con quienes compartir momentos divertidos. Con el tiempo, Martina comenzó a ganar confianza en sí misma. Aprendió a expresarse más abiertamente y dejó de ser tan tímida.
Sus nuevas amistades la ayudaron a descubrir sus talentos y habilidades ocultas. La historia de Martina es un ejemplo de cómo una simple invitación puede cambiar la vida de alguien.
Además, nos enseña sobre la importancia de ser amables y considerados con los demás, especialmente aquellos que parecen estar solos o tristes. Desde ese día, Martina nunca más volvió a sentirse sola en el colegio. Tenía amigos increíbles que siempre estaban ahí para ella, compartiendo risas y aventuras juntos.
Y así fue como Martina descubrió que uno nunca está realmente solo cuando tiene amigos verdaderos. Juntos aprendieron que la amistad puede hacer magia al convertir cualquier tristeza en felicidad.
FIN.