El poder de la amistad
Había una vez en Letrópolis, un lugar mágico donde las letras cobraban vida y vivían aventuras increíbles.
En este particular día, las dos amigas vocales A y E decidieron ir de paseo para encontrarse con su amiga I, que vivía cerca de una hermosa iglesia. Las vocales A y E caminaban por las calles empedradas de Letrópolis, admirando los coloridos carteles y los edificios encantados.
De repente, vieron a lo lejos la imponente iglesia con sus altas torres apuntando al cielo. - ¡Mira, amiga E! ¡Allí está la iglesia cerca de donde vive nuestra amiga I! -exclamó emocionada la vocal A. - Sí, vamos rápido a verla.
Seguro que tiene muchas historias interesantes que contarnos -respondió E con entusiasmo. Las dos amigas aceleraron el paso y llegaron frente a la imponente iglesia. Se asomaron por una ventana y vieron a su amiga I recitando poesías junto al altar.
- ¡I! ¡I! ¡Aquí estamos! -gritaron las vocales A y E emocionadas. I se giró sorprendida al escuchar sus nombres y corrió hacia ellas con una sonrisa radiante en su rostro. - ¡Amigas queridas! ¡Qué alegría verlas por aquí! ¿Cómo están? -dijo I abrazándolas cariñosamente.
Las tres vocales se sentaron en un banco del jardín de la iglesia y comenzaron a compartir anécdotas y risas. De repente, un ruido extraño resonó en el aire, era el malvado consonante R que se acercaba amenazante hacia ellas.
- ¿Qué hacen aquí ustedes tres solitas? No deberían andar sin mi protección por estas tierras -dijo R con voz grave y autoritaria. Las vocales A, E e I se miraron entre sí con determinación.
Sabían que debían enfrentar juntas al temible R para proteger su libertad en Letrópolis. - No necesitamos tu protección, R. Somos fuertes cuando estamos unidas -declaró valientemente la vocal I.
R gruñó furioso ante la valentía de las tres amigas vocales pero decidió retirarse sabiendo que no podía contra su unión indomable. Desde ese día, las vocales A, E e I siguieron siendo inseparables en Letrópolis. Juntas demostraron que la verdadera fuerza reside en la amistad y en el trabajo en equipo.
Y cada vez que recordaban aquel encuentro cerca de la iglesia, sonreían sabiendo que nada ni nadie podría romper el vínculo especial que habían creado entre ellas.
FIN.