El poder de la amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una niña llamada Anyelina que tenía una gatita muy especial llamada Candy.

Candy era blanca con manchitas grises y unos ojos grandes y brillantes que derretían el corazón de cualquiera que la mirara. Anyelina y Candy eran inseparables, pasaban todo el día juntas jugando en el jardín y explorando los alrededores del pueblo. Un día, mientras paseaban por el parque, vieron a un pajarito herido en el suelo.

Anyelina lo recogió con cuidado y decidió llevarlo a casa para curarlo. "Candy, tenemos que ayudar a este pajarito. ¿Qué podemos hacer?" -dijo Anyelina preocupada.

Candy se acercó al pajarito con curiosidad y le dio unas lamidas cariñosas en la cabeza. Parecía como si Candy quisiera ayudar también. "¡Ya sé! Podemos llevarlo a la veterinaria de la señora Rosa, ella seguro nos puede ayudar" -exclamó Anyelina emocionada.

Así que Anyelina y Candy corrieron hasta la veterinaria de la señora Rosa con el pajarito entre sus manos. La señora Rosa les dijo que el pajarito tenía una alita lastimada pero que con cuidados especiales podría recuperarse pronto.

"¡Gracias por traerlo chicas! Es muy importante cuidar a los animalitos heridos" -dijo la señora Rosa sonriendo. Anyelina estaba feliz de poder ayudar al pajarito junto a Candy. Juntas visitaban todos los días a su nuevo amiguito para asegurarse de que se recuperara bien.

Con el tiempo, el pajarito sanó por completo gracias a los cuidados de Anyelina, Candy y la ayuda de la señora Rosa.

Pero un día, cuando fueron a visitarlo al parque para liberarlo nuevamente en su hábitat natural, se dieron cuenta de algo sorprendente: ¡El pajarito había construido un nido cerca del árbol donde lo encontraron!"¡Miren chicas! Nuestro amigo está formando una familia" -exclamó emocionada la señora Rosa.

Anyelina y Candy estaban felices de ver cómo su pequeño gesto de bondad había tenido un impacto tan grande en la vida del pajarito herido. Desde ese día, cada vez que veían volar a las crías del pájaro recordaban lo importante que es ayudar a los demás seres vivos.

Y así, Anyelina aprendió junto a Candy una valiosa lección: nunca subestimar el poder de hacer algo bueno por alguien más, incluso si es tan pequeño como curarle una alita rota a un pajarito herido.

Juntas seguirían siendo las mejores amigas velando siempre por aquellos quienes necesitan ayuda en Villa Feliz.

FIN.

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