El poder de la amistad creativa
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Mariana. Mariana era muy alegre y creativa, le encantaba dibujar y contar historias fantásticas.
Sin embargo, en su escuela Mariana no se sentía tan feliz como en casa. Desde que empezó el año escolar, sus compañeros la miraban de forma extraña y hablaban a sus espaldas.
Al principio, Mariana no entendía por qué la trataban así, pero pronto se dio cuenta de que era porque ella tenía creencias diferentes a las del resto de sus compañeros. Un día, durante el recreo, un grupo de niños se acercó a Mariana mientras dibujaba en su cuaderno.
"¿Por qué eres tan rara? Tus dibujos son feos y tus historias no tienen sentido", dijo uno de los niños con burla. Mariana sintió un nudo en la garganta y las lágrimas querían escaparse de sus ojos.
Pero decidió respirar profundo y responder con valentía: "Mis dibujos pueden ser diferentes a los tuyos, pero para mí son especiales. Cada uno tiene su propia forma de ver el mundo y eso está bien. "Los niños se quedaron sorprendidos por la respuesta de Mariana.
Nunca antes habían conocido a alguien que defendiera tanto lo que hacía. A partir de ese día, algunos niños comenzaron a acercarse más a Mariana para conocerla mejor y descubrieron lo divertida e inteligente que era.
Pero no todo fue color de rosas para Mariana. Un día, uno de los niños del grupo decidió jugarle una mala pasada escondiendo su cuaderno con todos sus dibujos favoritos. Cuando Mariana se dio cuenta de lo ocurrido, sintió una gran tristeza invadir su corazón.
Sin embargo, en ese momento apareció Sofía, una niña nueva en la escuela que había estado observando todo desde lejos. "Creo que esto es tuyo", dijo Sofía extendiéndole el cuaderno a Mariana.
Mariana estaba asombrada por el gesto amable de Sofía y le preguntó por qué había decidido ayudarla. "Porque admiro tu valentía al ser diferente sin importarte lo que piensen los demás", respondió Sofía con una sonrisa cálida.
A partir de ese día, Sofía se convirtió en la mejor amiga de Mariana y juntas demostraron que la diversidad cultural y religiosa no debería ser motivo de discriminación sino celebración.
Con el tiempo, los demás compañeros aprendieron a valorar las diferencias y todos pudieron disfrutar juntos compartiendo sus gustos e intereses únicos. Y así, gracias al coraje y bondad tanto de Mariana como Sofía, lograron transformar un ambiente hostil en uno lleno amor y respeto mutuo donde cada uno podía ser tal cual era sin temor al rechazo.
FIN.