El poder de la amistad en el patio de juegos



Había una vez un hermoso parque en el que se encontraba un play ground lleno de risas y diversión. En ese lugar, había muchos niños que solían jugar juntos todos los días.

Un día, llegó al parque un nuevo niño llamado Martín. Era tímido y no conocía a nadie, pero tenía muchas ganas de hacer amigos y divertirse en el play ground.

Se acercó a un grupo de niños que estaban jugando al fútbol y les preguntó si podía unirse. - ¡Hola! Soy Martín, ¿puedo jugar con ustedes? - dijo tímidamente. Los niños se miraron entre sí y uno de ellos respondió:- Claro, puedes ser nuestro compañero. Pero tienes que demostrarnos tus habilidades primero.

Martín aceptó emocionado el desafío y comenzaron a jugar. A pesar de ser nuevo en el parque, Martín era muy bueno para el fútbol. Anotó varios goles y demostró su valía como jugador.

Desde ese momento, los niños del parque aceptaron a Martín como parte del grupo. Juntos pasaban tardes enteras compartiendo juegos e historias divertidas. Pero algo cambió cuando llegó Paula, una niña nueva también. Paula era muy competitiva y quería destacarse en todo lo que hacía.

No le gustaba compartir sus cosas con los demás niños e incluso intentaba quitarles los juguetes durante las actividades del play ground.

Una tarde soleada, mientras todos jugaban en los columpios, Paula decidió subirse al más grande sin importarle cuántos niños esperaban turno para disfrutarlo también. - ¡Yo quiero usar el columpio ahora! - dijo Martín, intentando ser amable. - ¿Y qué? ¡No me importa! - respondió Paula con arrogancia.

Los demás niños se miraron entre sí, sin saber cómo reaccionar ante la actitud de Paula. Pero Martín tuvo una idea para resolver el conflicto. - Escuchen, chicos.

En lugar de pelear por el columpio, ¿qué tal si jugamos a un juego en equipo? Así todos podemos participar y divertirnos juntos. Todos los niños se sintieron emocionados por la propuesta de Martín y aceptaron jugar al escondite. Se divirtieron mucho corriendo y escondiéndose por todo el parque.

Al final del juego, los niños se dieron cuenta de que habían tenido más diversión compartiendo que compitiendo entre ellos. A partir de ese día, Paula aprendió la importancia de compartir y trabajar en equipo.

Comenzó a cambiar su actitud y a disfrutar más del play ground junto a sus nuevos amigos. El parque se convirtió en un lugar donde todos los niños compartían risas, juegos y momentos especiales juntos. Aprendieron que cuando trabajaban como equipo podían lograr cosas increíbles y divertirse aún más.

Y así fue como aquel play ground se llenó de alegría gracias a la amistad y la colaboración entre todos los niños que lo habitaban. Cada día era una nueva aventura llena de aprendizajes valiosos que nunca olvidarían.

FIN.

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