El Poder de la Atención



Era un día soleado en la escuela primaria del barrio, donde los alumnos del tercer grado se preparaban para su clase de ciencias. El maestro, el señor Gómez, estaba entusiasmado.

"Hoy vamos a aprender sobre los planetas del sistema solar!" dijo el señor Gómez mientras se acomodaba las gafas.

Los chicos estaban ansiosos, pero en sus escritorios había un pequeño problema: los celulares. Todos estaban pegados a las pantallas, y la atención no era la mejor.

"¿Alguien sabe cuántos planetas tenemos en nuestro sistema?" preguntó el maestro.

"¡Yo sé!" gritó Julián, siempre listo.

"Pero... ¡estaba mirando un video sobre gatos en lugar de la clase!" se rió.

La situación no pasó desapercibida para la señorita Ana, la maestra de matemáticas que estaba justo al lado.

"¿Qué les parece si hacemos algo divertido?" propuso la señorita Ana. "Si guardan sus celulares en la caja de la atención, ¡tendrán la oportunidad de ganar un premio al final de la semana!"

Todos se miraron intrigados.

"¿Qué tipo de premio?" preguntó Valentina, con una ceja levantada.

"¡Una excursión al zoológico!" respondió la señorita Ana con una gran sonrisa.

La emoción en la habitación aumentó. Los estudiantes comenzaron a forestear sus celulares uno por uno.

"Voy a guardar el mío, porque quiero ir al zoológico y ver a esos leones chicos que siempre me hacen reír" dijo Lucas.

Poco a poco, la clase comenzó a despegar. El señor Gómez presentó imágenes de planetas y la magia de un universo lleno de estrellas. Los ojos de los niños brillaban de curiosidad.

"¿Sabían que Marte se llama el planeta rojo por su color?" relató el maestro emocionado.

"¡Y que Júpiter tiene una tormenta gigante llamada Gran Manch Roja!" agregó Valentina.

"Exacto! ¡Están entendiendo la lección!" aplaudió el señor Gómez.

Sin embargo, a mitad de la clase, el fiel compañero de Lucas, su cerrador de lápiz, se atoró en el escritorio.

"¡Oh no! ¡Mi lápiz!" gritó Lucas mientras se agachaba.

De repente, Valentina lo miró y dijo:

"No te preocupes, Lucas. Por eso es mejor estar prestando atención. Si no hubieses estado distraído, podrías haber evitado eso."

Lucas reflexionó.

A medida que pasaban los días, impulsados por la idea de la excursión al zoológico, el grupo se fue uniendo más y más. Se ayudaban unos a otros con los deberes y se hacían preguntas sobre la clase. Así, la semana corrió rápida y llena de aprendizajes.

"El viernes será el gran día de la excursión" anunció entusiasmado el señor Gómez. “Recuerden que debemos tener todo en orden.”

El día llegó, y el autobús sonaba mientras cargaban los niños. Pero cuando llegaron, la sorpresa fue emocionante.

"¡Miren! ¡Un tigre!" gritó Valentina.

"¡Y aquí están los pandas!" decía Julián con los ojos bien abiertos.

Se pasaron todo el día aprendiendo sobre animales y su hábitat, y la charla sobre atención y tecnología ya era parte del pasado. Al final del día, Valentina comentó:

"Ahora entiendo que dejar el celular a un lado hizo que disfrutáramos mucho más."

"Sí, ¡la clase fue mucho más divertida!" agregó Julián, todavía con una sonrisa.

Así, los niños aprendieron que a veces, es necesario dejar de lado las distracciones para poder disfrutar y aprender del mundo que los rodea. El poder de la atención puede abrirles muchas puertas, no solo en clase, sino también en la vida. Desde entonces, la caja de la atención fue un símbolo de lo que podían lograr cuando se enfocaban y trabajaban juntos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1