El Poder de la Bondad



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Fantasía, un mago muy especial. Se llamaba Merlín y era conocido por su sabiduría y bondad. Todos los habitantes del pueblo acudían a él en busca de consejo y ayuda.

Un día, Merlín decidió enseñar a dos niños el valor de tratar bien a los demás. Así que invitó a Tomás y Sofía, dos amigos inseparables, a su mágico hogar para comenzar una gran aventura.

Al llegar al castillo de Merlín, los niños quedaron maravillados con la belleza del lugar. Las paredes estaban cubiertas de libros antiguos y las estanterías llenas de frascos brillantes con pócimas mágicas.

En el centro de la sala principal había una enorme mesa llena de ingredientes para hechizos. Merlín les dio la bienvenida con una sonrisa amable y les explicó que debían aprender cómo tratar a los demás correctamente.

Les dijo: "Queridos niños, el verdadero poder no está en hacer magia o tener habilidades especiales, sino en ser amables y respetuosos con todos". Tomás preguntó curioso: "¿Cómo podemos aprender eso?".

Merlín respondió: "Vamos a emprender un viaje hacia El Bosque Encantado, donde encontrarán pruebas que pondrán a prueba sus habilidades para tratar bien a los demás". Los tres se adentraron en el bosque, lleno de árboles altos y misteriosas criaturas mágicas. Pronto llegaron al primer desafío: un duende llorando en medio del camino.

Sofía se acercó y le preguntó: "¿Qué te pasa, duende?". El duende respondió sollozando: "Perdí mi varita mágica y no puedo volver a casa". Tomás sugirió: "Podemos ayudarte a buscarla". Merlín sonrió orgulloso al ver la amabilidad de los niños.

Juntos, buscaron por todo el bosque hasta que encontraron la varita del duende. El pequeño ser les agradeció con una amplia sonrisa y desapareció en un destello de luz. Continuaron su camino y llegaron a un lago encantado.

Allí, vieron a una sirena atrapada entre las algas. Sofía se acercó cautelosamente y dijo: "¿Necesitas ayuda?". La sirena asintió con tristeza y explicó que sus amigos habían olvidado su cumpleaños y nadie había venido a celebrarlo.

Tomás tuvo una idea brillante: "Podemos organizarle una fiesta sorpresa". Y así lo hicieron. Decoraron el lago con flores brillantes, prepararon comida deliciosa y llamaron a todos los seres mágicos para que asistieran.

La sirena estaba tan feliz que cantó una hermosa canción para agradecerles antes de desaparecer bajo las aguas cristalinas. Ya casi al final del bosque, encontraron un gnomo perdido enredado entre unas ramas espinosas. Tomás se acercó con cuidado y preguntó: "¿Puedo ayudarte?".

El gnomo explicó angustiado que no podía encontrar su camino de regreso a su hogar. Sofía sugirió: "Podemos guiarte hasta tu casa". Y así lo hicieron.

Tomaron al gnomo de la mano y lo llevaron por un sendero seguro hasta que finalmente llegaron a su pequeña cabaña. El gnomo les dio las gracias con un abrazo cariñoso y desapareció en un destello dorado. Al volver al castillo, Merlín los felicitó por haber superado todas las pruebas con éxito.

Les dijo: "Han aprendido una valiosa lección sobre cómo tratar a los demás. La bondad y el respeto son los verdaderos poderes mágicos que todos podemos tener".

Tomás y Sofía se despidieron de Merlín con una gran sonrisa en sus rostros, sabiendo que habían aprendido algo importante. Se prometieron a sí mismos ser amables y respetuosos siempre, recordando las enseñanzas del mago sabio.

Y así, los dos amigos volvieron a sus casas llenos de alegría y dispuestos a compartir su nueva sabiduría con todos aquellos que conocieran en su camino.

FIN.

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