El Poder de la Bondad
Había una vez un príncipe llamado Valentín, conocido por todos como el príncipe valiente. Era valiente porque siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y nunca tenía miedo de enfrentarse a cualquier desafío que se le presentara.
Un día, mientras paseaba por el bosque del reino, Valentín escuchó un grito proveniente de lo profundo del bosque. Sin pensarlo dos veces, corrió en dirección al sonido y descubrió que era una pequeña ardilla atrapada en una red.
Valentín se acercó cuidadosamente y dijo: "No te preocupes, amiguita, ¡te sacaré de aquí!" Con mucho cuidado, cortó la red con su espada y liberó a la ardilla.
La pequeña criatura saltó hacia sus brazos y le dio un tierno abrazo. -¡Muchas gracias, príncipe Valentín! -dijo la ardilla-. No sé cómo puedo agradecerte lo suficiente. El príncipe sonrió y respondió: "No necesitas agradecerme, solo me alegra poder ayudarte".
Luego dejó a la ardilla en el suelo para que pudiera seguir con su vida cotidiana. Mientras continuaba caminando por el bosque, Valentín vio una hermosa mariposa atrapada en una telaraña gigante.
Sabiendo que tenía que actuar rápidamente para salvarla, utilizó su espada nuevamente para cortar la tela y liberarla. La mariposa voló alrededor del príncipe antes de posarse sobre su hombro. -Gracias por salvarme -dijo ella-. Eres un verdadero héroe. Valentín sonrió y respondió: "No soy un héroe, solo hago lo que está bien".
Luego dejó que la mariposa volara alegremente hacia el cielo. Mientras seguía su camino, Valentín escuchó un ruido proveniente de un arbusto cercano. Se acercó sigilosamente para investigar y descubrió a una pequeña tortuga atrapada entre las ramas.
El príncipe con cuidado liberó a la tortuga y la colocó en el suelo. -Gracias por ayudarme -dijo ella-, eres muy amable. Valentín sonrió y respondió: "Es mi deber ayudar a los demás".
Luego vio cómo la tortuga se alejaba lentamente hacia el agua. Después de todas estas aventuras, Valentín decidió regresar al castillo. Al llegar, fue recibido con aplausos y vítores por parte de todos los habitantes del reino que habían sido testigos de sus actos valientes.
El rey, padre de Valentín, se sintió orgulloso de su hijo y le dijo: "Has demostrado ser no solo valiente en batallas, sino también en tu corazón. Tu bondad es admirable".
Valentín sonrió humildemente y respondió: "Solo quiero hacer del mundo un lugar mejor para todos". Desde ese día en adelante, el príncipe valiente continuó ayudando a los demás sin importar quiénes fueran o qué necesitaran.
Y así, gracias a las acciones bondadosas del príncipe Valiente, el reino prosperó en armonía y felicidad para siempre.
FIN.