El poder de la calma



Había una vez una niña llamada Gisela. Era una niña muy alegre y siempre estaba sonriendo, pero había días en los que se enojaba sin motivo alguno.

Un día, Gisela se levantó de la cama con el pie izquierdo y todo lo que le decían sus padres o amigos, le molestaba. "No quiero desayunar", -dijo Gisela frunciendo el ceño. Su mamá intentó hablar con ella para saber qué pasaba, pero Gisela simplemente no quería hablar.

Gisela fue a la escuela y cuando llegó al salón, vio que su mejor amiga estaba hablando con otra niña. Eso hizo que se sintiera excluida y comenzó a enojarse aún más.

"No quiero hablar contigo", dijo Gisela mientras empujaba a su amiga. La maestra notó el comportamiento de Gisela y decidió hablar con ella después de clases. "Gisela, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás tan enojada hoy?" preguntó la maestra preocupada.

"No sé", respondió Gisela encogiéndose de hombros. La maestra entendió que algo debía estar molestando a la pequeña y decidió ayudarla.

Le explicó cómo era normal sentirse triste o enojado algunas veces, pero lo importante es aprender a controlar esos sentimientos para no lastimar a los demás. "¿Te gustaría hacer un dibujo para expresar tus emociones?" sugirió la maestra. Gisela aceptó la idea y comenzó a dibujar lo que sentía: un sol triste y nubes grises.

La maestra le preguntó si quería hablar sobre su dibujo, pero Gisela simplemente negó con la cabeza.

La maestra entendió que Gisela necesitaba tiempo para procesar sus emociones, así que le dijo que podía quedarse en el salón de clases el tiempo que quisiera y cuando estuviera lista para hablar, ella estaría ahí. Después de un rato, Gisela se acercó a la maestra y le explicó lo que había pasado esa mañana. Había tenido una pesadilla la noche anterior y se había despertado asustada.

Eso hizo que se sintiera malhumorada durante todo el día. La maestra escuchó atentamente a Gisela y le explicó cómo las pesadillas son normales y no deben afectar su comportamiento diario.

También le enseñó algunas técnicas para controlar sus emociones cuando se sienta triste o enojada. Gisela aprendió mucho ese día gracias a su maestra. Aprendió a procesar sus emociones adecuadamente y cómo controlarlas para no lastimar a los demás.

Desde entonces, cada vez que se sentía triste o enojada sin motivo alguno, recordaba las palabras de su maestra y utilizaba las técnicas aprendidas para sentirse mejor.

Y así fue como Gisela aprendió una valiosa lección: es normal sentirse triste o enojado algunas veces, pero lo importante es aprender a controlar esos sentimientos para no lastimar a los demás.

FIN.

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