El poder de la comunicación



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía un niño llamado Tomás. Tomás era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para aprender cosas nuevas.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró una extraña máquina brillante. Intrigado por aquel objeto misterioso, decidió tocarlo y de repente, fue transportado al futuro. Cuando abrió los ojos se encontró en una gran ciudad llena de luces y edificios enormes.

No sabía cómo había llegado allí ni cómo volver a su hogar. Mientras caminaba por las calles desconocidas, escuchó una voz que lo llamaba: "¡Hola! Soy Mariano, el viajante del tiempo.

¿Necesitas ayuda?"Tomás se acercó cautelosamente hacia la voz y vio a un hombre amable con ropa futurista que parecía estar listo para trabajar en cualquier momento. - Hola Mariano -saludó Tomás-. Me llamo Tomás y estoy perdido en esta ciudad del futuro.

No sé cómo regresar a mi hogar. Mariano sonrió cálidamente y le dijo: "No te preocupes, Tomás. Yo puedo ayudarte. ¿Hacemos un meet?"Tomás asintió emocionado y ambos se sentaron en un banco cercano para hablar sobre la situación.

Durante el meet, Mariano explicó que tenía una misión especial: ayudar a las personas con la calidad de vida enseñándoles habilidades importantes como la comunicación efectiva y la resolución de problemas.

También les brindaba capacitaciones de LIS (Lenguaje de Señas) para que todos pudieran comunicarse sin barreras. Tomás estaba sorprendido y admirado por el trabajo de Mariano. Le parecía increíble cómo podía viajar en el tiempo para ayudar a las personas a mejorar sus vidas.

- Mariano, ¿puedes enseñarme algunas de esas habilidades? -preguntó Tomás con entusiasmo. Mariano sonrió y aceptó encantado. Durante días, Mariano y Tomás trabajaron juntos en talleres donde aprendieron sobre la importancia de la empatía, la escucha activa y cómo resolver conflictos pacíficamente.

Además, Mariano le enseñó a Tomás algunos conceptos básicos del Lenguaje de Señas. Poco a poco, Tomás se dio cuenta de lo valiosas que eran estas habilidades tanto en su vida cotidiana como en sus relaciones con los demás.

Comenzó a aplicar lo aprendido con su familia, amigos y compañeros de clase, notando una gran mejora en la calidad de sus interacciones. Después de un tiempo, llegó el momento en que Tomás debía regresar a su propia época.

Estaba triste por dejar atrás al amable Mariano y todo lo que había aprendido junto a él. - Gracias por todo, Mariano -dijo Tomás emocionado-. Has cambiado mi vida para mejor.

Nunca olvidaré nuestras aventuras juntos ni todas las cosas maravillosas que me has enseñado. Mariano sonrió orgulloso mientras abrazaba al niño. "Recuerda siempre llevar contigo estas valiosas herramientas", dijo mientras señalaba su cabeza y corazón. "Y nunca olvides compartir tu conocimiento con los demás".

Con un último abrazo, Tomás tocó nuevamente la extraña máquina y regresó a su tiempo. Pero llevaba consigo no solo las lecciones aprendidas, sino también el deseo de ayudar a los demás y hacer del mundo un lugar mejor.

Desde aquel día, Tomás se convirtió en un joven comprometido con mejorar la calidad de vida de las personas que lo rodeaban. Inspirado por Mariano, creó talleres y eventos para enseñar habilidades sociales y lenguaje de señas en su comunidad.

Y así, gracias al viaje inesperado de Tomás al futuro y su encuentro con Mariano, Villa Esperanza se convirtió en un lugar donde todos aprendieron a comunicarse mejor, a resolver conflictos pacíficamente y a vivir en armonía. Fin.

FIN.

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