El poder de la gratitud


Había una vez un niño llamado Juan, que vivía en la ciudad de Buenos Aires. Juan era un chico muy alegre y juguetón, pero tenía un pequeño problema: no sabía ser agradecido por las cosas buenas que le sucedían.

Un día, mientras paseaba por el parque con su bicicleta nueva, Juan se encontró con un niño llamado Martín. Martín era todo lo contrario a Juan: siempre mostraba gratitud y alegría por cada pequeña cosa que le pasaba.

Juan quedó impresionado por la actitud de Martín y decidió acercarse a él para preguntarle cómo hacía para ser tan feliz. "¡Hola! Soy Juan ¿Y tú?"- dijo curioso. "¡Hola, Juan! Soy Martín.

Me encanta conocer gente nueva"- respondió sonriente. Juan comenzó a pasar más tiempo con Martín y poco a poco fue descubriendo el secreto de su felicidad: la gratitud.

Una tarde, mientras caminaban juntos por el parque, vieron cómo unos voluntarios plantaban árboles para cuidar el medio ambiente. Aunque pareciera algo sencillo o insignificante para otros niños, Martín expresó su gratitud hacia los voluntarios con unas simples palabras:"¡Qué maravilloso es ver cómo cuidan nuestro planeta! Estoy muy agradecido por su trabajo" -dijo emocionado.

Juan se sorprendió al escuchar las palabras de Martín y se dio cuenta de que nunca había expresado gratitud hacia nadie antes.

Decidió seguir el ejemplo de su nuevo amigo y comenzar a mostrar aprecio por las cosas buenas que le rodeaban. Poco a poco, Juan empezó a notar cómo su actitud cambiaba. Comenzó a decir —"gracias"  a sus padres cuando le preparaban la comida, a sus amigos cuando jugaban juntos y hasta al cartero que le entregaba el correo.

Un día, mientras caminaban por la plaza del barrio, Martín y Juan encontraron un perrito perdido. Juan se acercó al animalito con cuidado y lo abrazó con ternura.

"¡Qué bonito es este perrito! Estoy muy agradecido de haberlo encontrado"- exclamó emocionado. Martín sonrió orgulloso de su amigo y le dijo:"Juan, estoy feliz de ver cómo has aprendido a ser agradecido. No solo te hace sentir bien contigo mismo, sino que también contagias alegría a los demás".

A partir de ese día, Juan siguió practicando la gratitud en cada momento de su vida. Aprendió que siempre hay algo positivo por lo cual estar agradecido y eso lo hizo más feliz.

Y así fue como Juan descubrió el poder transformador de la gratitud gracias a su nuevo amigo Martín. Juntos siguieron compartiendo aventuras llenas de alegría y enseñanzas para toda la vida. Fin.

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