El poder de la gratitud




En un pequeño pueblo argentino, vivía un niño llamado Ángel, un niño curioso y juguetón, que siempre estaba corriendo de un lado a otro explorando el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras jugaba en el parque, conoció a un amable anciano llamado Don Manuel. "Hola, ¿cómo te llamas?", preguntó el anciano con una cálida sonrisa. "Soy Ángel, ¿y tú?", respondió el niño con entusiasmo. A partir de ese día, Ángel y Don Manuel se volvieron buenos amigos.

El anciano le enseñaba cosas interesantes y le contaba historias fascinantes. Un día, mientras paseaban por el parque, Ángel encontró un nido caído en el suelo. Sin pensarlo dos veces, lo recogió y se lo mostró a Don Manuel.

"Mira, Don Manuel, ¿crees que los pajaritos estarán bien?", preguntó Ángel con preocupación. El anciano sonrió y le explicó que los pajaritos necesitarían ayuda para sobrevivir.

Ángel decidió construir un pequeño refugio para los pajaritos y cuidar de ellos hasta que estuvieran listos para volar. Día tras día, Ángel visitaba el nido, les daba de comer y los cuidaba con amor. Finalmente, los pajaritos crecieron y volaron libres.

Don Manuel, impresionado por la bondad y generosidad de Ángel, le dijo: "Ángel, has demostrado tener un gran corazón.

Pero ¿te has detenido a pensar en todas las personas que te han ayudado y enseñado cosas?" Sorprendido, Ángel reflexionó sobre todas las personas que lo habían ayudado y decidió expresarles su gratitud. Desde ese día, Ángel empezó a decir —"gracias"  a todos los que lo ayudaban y a demostrar su aprecio con pequeños gestos.

Su actitud positiva y agradecida contagió a todos a su alrededor, creando un ambiente de amor y generosidad en su pueblo. Y así, Ángel descubrió el poder de la gratitud, que podía transformar su vida y la de los demás.

FIN.

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