El Poder de la Luna


Había una vez en el bosque encantado de los duendes un pequeño hada llamada Luna, que vivía en una hermosa flor morada. Luna era muy curiosa y siempre estaba buscando aprender cosas nuevas.

Un día, mientras volaba por el bosque, Luna escuchó risas y murmullos provenientes de un claro. Se acercó sigilosamente y vio a dos duendecillos discutiendo frente a una gran seta roja.

Uno de ellos decía: "¡Yo puedo hacer magia mucho mejor que tú! ¡Mira cómo hago crecer esta planta con solo tocarla!". Y efectivamente, la plantita comenzó a crecer y llenarse de flores coloridas. Luna se acercó a los duendecillos y les preguntó curiosa: "¿Cómo hacen para hacer magia?".

Los duendecillos se miraron entre sí y uno de ellos respondió: "Nosotros los duendes tenemos poderes mágicos, es parte de ser quienes somos".

Luna frunció el ceño pensativa y dijo: "Pero yo no tengo poderes mágicos como ustedes, ¿eso significa que no soy especial?". Los duendecillos rieron suavemente y le explicaron: "Tú eres un hada, Luna. Tienes algo aún más valioso que la magia". Intrigada, Luna les pidió que le explicaran qué tenía ella que era tan especial.

Los duendecillos se miraron cómplices y uno de ellos comenzó a contarle una historia:"-Verás, Luna, en este mundo existen dos tipos de actos: el acto humano y el acto del hombre.

El acto humano es aquel gesto o acción que surge del corazón, lleno de amor, bondad y compasión hacia otros seres vivos. Mientras que el acto del hombre es impulsado por intereses personales o egocéntricos.

Los duendecillos continuaron su relato explicándole ejemplos conmovedores de actos humanos como ayudar a un amigo en apuros o cuidar del medio ambiente sin esperar nada a cambio.

También le contaron historias tristes sobre actos del hombre como mentir para obtener beneficios propios o dañar la naturaleza sin importar las consecuencias. Luna escuchaba atentamente cada palabra sintiendo cómo su corazón resonaba con la verdad detrás de aquellas enseñanzas.

Al finalizar la historia, los duendecillos le dijeron a Luna: "Tú eres especial porque tienes la capacidad única de realizar actos humanos desde lo más profundo de tu ser. Tu luz interior ilumina todo a tu alrededor y hace florecer la belleza dondequiera que vayas".

Luna sonrió emocionada al darse cuenta de su verdadero valor y abrazó a los duendecillos con gratitud. Desde ese día, Luna dedicó su vida a realizar actos humanos llenos de amor y compasión hacia todos los seres vivos del bosque encantado.

Y así se convirtió en un ejemplo vivo de la verdadera magia que habita en cada uno de nosotros cuando actuamos desde el corazón. "

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