El poder de la música
Ottavio era un niño muy inquieto y siempre había sido un poco difícil para él dormir bien. Esta noche, en particular, se despertó temprano y no pudo volver a dormirse.
Después de dar vueltas en la cama durante un rato, Ottavio decidió levantarse y salir a caminar por el parque cercano a su casa. Era muy temprano y aún estaba oscuro cuando llegó al parque, pero eso no lo detuvo.
Mientras caminaba por el parque, Ottavio se sintió solo. Todos sus amigos estaban durmiendo todavía y no había nadie más en el parque. Pero entonces escuchó algo que llamó su atención: una música hermosa que venía del otro lado del lago.
Intrigado, Ottavio decidió acercarse al lago para ver qué estaba pasando. Cuando llegó allí encontró a un anciano sentado junto al agua tocando su guitarra con gran habilidad. - Hola pequeño -dijo el anciano al verlo-.
¿No deberías estar durmiendo? - No pude dormir -respondió Ottavio-. Y escuché tu música desde lejos. - Ahh... La música es una buena forma de pasar la noche -dijo el anciano sonriendo-.
¿Quieres sentarte aquí conmigo y disfrutarla juntos? Ottavio aceptó encantado la invitación del anciano y se sentaron juntos junto al lago mientras él tocaba su guitarra. La música era realmente hermosa e hizo que Ottavio se relajara mucho.
Pero después de unos minutos, algo extraño comenzó a ocurrir: las hojas de los árboles comenzaron a moverse, como si estuvieran bailando al ritmo de la música del anciano. Y cuando miró hacia el lago, vio que las olas también se movían en armonía con la música.
- ¡Mira! -gritó Ottavio emocionado-. ¡Las hojas y las olas están bailando contigo! - Sí, pequeño -dijo el anciano sonriendo-. La música tiene un poder mágico que puede hacer que todo lo que nos rodea cobre vida.
Ottavio entendió entonces algo muy importante: no importaba cuánto tiempo había pasado sin dormir o cuán solo se sentía, siempre habría algo hermoso para descubrir si estaba dispuesto a salir y buscarlo. La música del anciano le había enseñado eso.
Desde ese día en adelante, Ottavio decidió explorar más allá de su habitación cada vez que tenía dificultades para dormir.
A veces encontraba cosas interesantes para ver o escuchar; otras veces simplemente disfrutaba del silencio de la noche y dejaba que sus pensamientos lo llevaran a un sueño profundo y reparador. Y así fue como Ottavio aprendió una valiosa lección: no hay problema demasiado grande ni momento demasiado oscuro para encontrar belleza y consuelo en el mundo que nos rodea.
Solo necesitamos estar abiertos y dispuestos a buscarla.
FIN.