El poder de la sonrisa de Luisa


Había una vez una niña llamada Luisa, que tenía un poder especial: podía encontrar algo positivo en cada momento del día.

Desde que se despertaba por la mañana hasta que se acostaba por la noche, siempre encontraba algo por lo que estar agradecida. Un día, mientras caminaba hacia la escuela, Luisa vio a su amiga Ana sentada en un banco llorando. Se acercó y le preguntó qué le pasaba.

"¡Luisa! Mi perro se escapó y no puedo encontrarlo", dijo Ana sollozando.

Luisa pensó por un momento y luego dijo: "Ana, sé que es difícil perder a tu perro, pero ¿qué tal si te enfocas en el momento favorito del día? Podemos buscar juntas a tu perro y aprovechar este tiempo para pasar tiempo de calidad". Ana miró sorprendida a Luisa y asintió con la cabeza. Las dos amigas comenzaron a buscar alrededor del vecindario, llamando al perro de Ana y revisando los lugares donde le gustaba jugar.

Después de un rato, mientras buscaban detrás de unos arbustos, escucharon un ladrido. ¡Era el perro de Ana! Estaba atrapado entre unas ramas y no podía salir. Luisa rápidamente ayudó a liberar al perro mientras Ana lo abrazaba emocionada.

Ambas estaban felices y llenas de gratitud porque habían encontrado al perro sano y salvo. A medida que pasaban los días, Luisa seguía encontrando momentos favoritos en cada situación.

Si llovía durante el recreo de la escuela, ella estaba feliz porque así podía saltar en los charcos y sentir el agua fresca en sus pies. Si tenía que estudiar para un examen, estaba agradecida porque eso significaba que tenía la oportunidad de aprender cosas nuevas.

Un día, mientras Luisa caminaba por el parque después de la escuela, vio a un niño sentado solo en un banco. Se acercó y le preguntó qué le pasaba. "Hola, ¿estás bien?" preguntó Luisa con amabilidad.

El niño levantó la mirada y dijo: "Estoy triste porque no tengo amigos. Todos me ignoran". Luisa sonrió y se sentó junto al niño.

Le contó sobre su poder especial de encontrar algo positivo en cada momento del día, incluso en las situaciones difíciles. "Quizás puedas encontrar algo que te haga feliz todos los días", sugirió Luisa. El niño pensó por un momento y luego dijo: "Me gusta jugar al fútbol, pero nadie quiere jugar conmigo".

Luisa sonrió aún más y dijo: "¡Eso es genial! Puedo ser tu amiga y podemos jugar juntos todos los días después de la escuela". El niño miró sorprendido a Luisa y luego sonrió ampliamente.

Los dos comenzaron a jugar al fútbol juntos todas las tardes, convirtiéndose en grandes amigos. A medida que pasaba el tiempo, Luisa siguió encontrando momentos favoritos en cada situación.

Encontrar una flor bonita durante una caminata, compartir una merienda con su familia o simplemente disfrutar del sol brillante eran cosas que llenaban su corazón de gratitud. Y así fue como Luisa, con su poder especial de encontrar algo positivo en cada momento del día, inspiró a los demás a hacer lo mismo.

Aprendieron que no importaba cuán difícil fuera la situación, siempre había algo por lo que estar agradecido. Y así, Luisa y sus amigos vivieron felices y llenos de gratitud todos los días de sus vidas.

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