El poder de la unión



Había una vez, en un lejano reino llamado Numerolanda, un rey muy sabio y valiente llamado Don Matemático. El rey Don Matemático siempre buscaba maneras de hacer que su reino fuera más fuerte y seguro.

Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, el rey se dio cuenta de algo interesante: sus números no eran lo suficientemente poderosos para proteger el reino. Los números del uno al nueve eran pequeños e indefensos por sí solos.

Fue entonces cuando alzó la mirada hacia el cielo y tuvo una brillante idea. El rey convocó a todos los números del reino a una gran reunión en la plaza central.

Los números llegaron emocionados y curiosos por saber qué tenía planeado su amado rey. - Queridos números -dijo Don Matemático con voz firme-, he notado que somos débiles individualmente, pero si nos unimos podemos ser mucho más fuertes.

Así que he decidido formar equipos de dos o tres números para crear nuevos números más grandes y poderosos. Los números se miraron unos a otros con asombro y emoción.

Habían pasado tanto tiempo sintiéndose pequeños e insignificantes, ¡pero ahora tenían la oportunidad de ser parte de algo grande! El primer equipo formado fue entre el número uno y el número cero. Juntos crearon al número diez, un número tan fuerte que podía derribar cualquier obstáculo en su camino. - ¡Increíble! -exclamaron todos los demás números-.

Si ellos pudieron hacerlo, nosotros también podemos. Así comenzaron a formarse más equipos. El número dos se unió con el número tres para crear al número veintitrés, un número tan poderoso que podía abrir cualquier puerta cerrada.

El número cuatro y el número cinco se unieron para crear al número cuarenta y cinco, un número tan resistente que podía soportar cualquier golpe sin caerse.

Y así sucesivamente, todos los números del reino encontraron su pareja perfecta y juntos crearon nuevos números más grandes y fuertes. El rey Don Matemático estaba feliz de ver cómo sus números se volvían cada vez más poderosos. Pero la historia no termina aquí.

Un día, mientras los números celebraban su fuerza en una gran fiesta en honor al rey, apareció un malvado mago llamado Divide-Resto. Este malvado mago quería debilitar a Numerolanda separando a los números de sus parejas. - ¡Nunca podrán vencerme! -gritó Divide-Resto con una sonrisa maligna-.

Separaré a todos ustedes y nunca volverán a ser fuertes otra vez. Los números entraron en pánico y comenzaron a temblar de miedo. Pero entonces, el rey Don Matemático intervino valientemente. - ¡No permitiremos que nos dividas! -exclamó el rey-.

Juntos somos fuertes, pero también lo somos individualmente. Don Matemático tomó la mano del uno y la del cero, luego las manos del dos y el tres, seguidas por las manos del cuatro y el cinco.

Uno por uno, fue tomando las manos de cada pareja numérica hasta que todos estuvieron nuevamente conectados. - ¡Miren! -exclamó el rey-. Unidos, somos invencibles. El malvado Divide-Resto desapareció en un destello de luz y los números volvieron a celebrar con alegría.

Desde ese día, los números de Numerolanda comprendieron que juntos eran más fuertes, pero también aprendieron a valorarse individualmente. Y así, el rey Don Matemático y sus números vivieron felices y seguros en su reino.

Aprendieron que la fuerza no solo se encuentra en la unión, sino también en la confianza y el amor propio. Y cada vez que alguien necesitaba ser fuerte, recordaban las palabras del sabio rey: "¡Juntos somos invencibles!"

FIN.

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