El poder de las letras


Dago era un niño muy inteligente, pero tenía dificultades para leer.

A pesar de que su mamá intentaba ayudarlo, él se negaba a hacer la tarea y se frustraba mucho cuando no podía entender lo que estaba escrito en los libros. Un día, mientras caminaba por el parque con su mamá, Dago encontró un libro abandonado en una banca. Lo tomó curioso y empezó a hojearlo.

Fue entonces cuando vio algo increíble: las letras cobraban vida y formaban dibujos maravillosos. - ¡Mamá! ¡Mira esto! -exclamó emocionado Dago mostrándole el libro.

Su madre sonrió al ver la emoción de su hijo y le preguntó:- ¿Te gustaría aprender a leer mejor para poder disfrutar de todos los libros como este? Dago asintió con entusiasmo y comenzaron juntos un plan para mejorar sus habilidades de lectura. Primero, su mamá buscó libros que contaran historias interesantes y divertidas para captar la atención de Dago.

Luego, le permitió elegir entre varios títulos para que pudiera sentirse parte del proceso. Después, establecieron una rutina diaria donde dedicaban 30 minutos exclusivos a practicar la lectura juntos.

Su mamá le enseñaba trucos para comprender mejor lo que estaba leyendo y hacían pausas frecuentes para discutir sobre lo que habían entendido hasta ese momento. A medida que avanzaban en su plan, Dago notaba una gran mejora en sus habilidades de lectura.

Ya no se frustraba tanto al leer un texto complicado o desconocido y disfrutaba mucho más de los libros que antes le resultaban aburridos.

Un día, mientras leía un libro de aventuras, Dago se dio cuenta de algo importante: leer no era solo una tarea escolar, sino una actividad divertida y emocionante que lo llevaba a lugares imaginarios y desconocidos. - ¡Mamá! -exclamó emocionado-. ¡Estoy leyendo sin esfuerzo! Su madre lo miró con orgullo y le dijo:- Eso es porque has trabajado duro para llegar hasta aquí.

Y recuerda, la lectura es como un viaje mágico que te lleva a lugares increíbles. Nunca dejes de explorar el mundo a través de los libros.

Dago sonrió con alegría al darse cuenta que había descubierto una nueva pasión gracias a su mamá y su perseverancia. Desde ese día en adelante, nunca dejó de leer y siempre recordó el valor del trabajo en equipo para lograr sus metas.

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