El poder de las llamas azules


Tato era un pequeño dragón muy especial. Aunque sus llamas eran pequeñas y azules, él siempre estaba feliz y alegre. Vivía con sus padres en una cueva en lo alto de una montaña.

Un día, mientras volaba por el bosque, Tato vio a un grupo de animales jugando juntos. Había conejos saltando, ardillas trepando árboles y pajaritos cantando.

Tato se acercó emocionado y les dijo:- ¡Hola amigos! ¿Puedo jugar con ustedes? Los animales se miraron entre sí sorprendidos. Nunca habían visto a un dragón tan pequeño queriendo ser parte de su diversión. - Eh... claro, puedes intentarlo -respondió el conejo dubitativo. Tato sonrió emocionado y se unió al juego.

Saltaba junto al conejo, trepaba los árboles como las ardillas e incluso intentó cantar como los pajaritos. El tiempo pasó rápidamente mientras todos jugaban juntos.

Al atardecer, cuando el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, Tato les dijo:- ¡Muchas gracias por permitirme jugar con ustedes! Me divertí mucho. Los animales sonrieron y le dijeron que siempre sería bienvenido a jugar con ellos. Cuando Tato regresó a casa esa noche, estaba lleno de alegría y emoción por haber encontrado nuevos amigos.

Le contó todo a sus padres sobre su maravilloso día en el bosque. Sus padres lo escucharon atentamente y luego le dijeron:- Hijo, estamos orgullosos de ti por haber encontrado amigos tan especiales.

Recuerda siempre ser amable y respetuoso con ellos. Tato asintió emocionado y prometió seguir el consejo de sus padres. Los días pasaron y Tato siguió jugando con sus nuevos amigos en el bosque.

Cada día aprendía algo nuevo de ellos, como saltar más alto o trepar árboles más rápido. Todos estaban felices de tener a Tato como parte de su grupo. Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon un ruido extraño proveniente del agua.

Al acercarse, descubrieron que un pequeño pez estaba atrapado entre las rocas. - ¡Ayuda! ¡No puedo salir! -gritaba el pez desesperado. Todos los animales intentaron ayudarlo, pero ninguno podía llegar hasta él. Entonces Tato tuvo una idea brillante. - ¡Esperen aquí! -dijo Tato-.

Voy a usar mis llamas para calentar las rocas y así podrán moverse. Con mucho cuidado, Tato sopló sus pequeñas llamas azules sobre las rocas.

Poco a poco, estas se fueron calentando lo suficiente como para que los demás animales pudieran empujarlas y liberar al pez atrapado. El pez salió nadando rápidamente hacia el agua y les dio las gracias a todos por salvarlo. - Eso fue increíble, Tato -dijo la ardilla impresionada-.

Tus llamas pueden ser pequeñas, pero son muy poderosas cuando se usan correctamente. Desde ese día, todos los animales del bosque admiraban a Tato por su valentía y amabilidad. Sabían que no importaba el tamaño de sus llamas, lo importante era cómo las utilizaba.

Tato se convirtió en un héroe para todos, demostrando que no necesitaba ser grande y fuerte como sus padres para hacer cosas maravillosas.

Aprendió que la verdadera fuerza radica en el corazón y en cómo usamos nuestras habilidades para ayudar a los demás. Y así, Tato vivió feliz junto a sus amigos animales, sabiendo que su pequeño fuego azul podía iluminar el mundo con bondad y amistad.

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