El Poder de las Oraciones Simples



En un pequeño pueblo llamado Alegría, donde los colores del arco iris parecían volar por la calle y las sonrisas eran el pan de cada día, vivía una niña llamada Lila. Lila era conocida por su creatividad; podía convertir una simple caja de cartón en un castillo o una manta en una gran capa de superhéroe. Sin embargo, había algo que a menudo le faltaba: la confianza en sí misma.

Un día, Lila se encontró con su amigo Mateo, un niño que siempre parecía tener el ánimo por las nubes. Él se le acercó y le dijo:

"Hola Lila, ¿cómo estás hoy?"

"No tan bien... Me siento un poco insegura sobre mi obra de arte para la exhibición del pueblo."

Mateo sonrió y respondió:

"¿Sabés qué? A veces solo necesitamos un poco de ánimo. ¿Qué te parece si decimos juntas algunas oraciones simples? Son mágicas para levantar la autoestima."

Intrigada, Lila asintió.

"¿Cuál sería la primera?"

"Yo soy creativa y talentosa."

Ambos repitieron la frase, y Lila sintió como si una pequeña chispa de luz comenzara a brillar dentro de ella.

"Ahora vamos con otra: Yo puedo hacer cosas increíbles."

Cada vez que decían una nueva oración, Lila empezaba a sentirse más fuerte y segura. Sin embargo, había una oracion, su favorita, que aún no había dicho.

"¿Y si decimos la que a mí más me gusta?"

"¡Claro! ¿Cuál es?"

"Soy única y valiosa."

A medida que las palabras salían por sus labios, Lila sentía que podía enfrentar cualquier desafío. El día de la exhibición llegó, y los niños del pueblo estaban emocionados.

Lila presentó su obra de arte: una pintura vibrante de un mundo lleno de sueños y alegría. Pero cuando vio a otros niños mostrando sus trabajos, la inseguridad volvió a asomarse.

- “Mirá esos dibujos tan perfectos”, susurró a Mateo, - “¿qué si el mío no gusta? ”

Mateo, recordando lo que habían practicado, le dijo:

- “¡Para nada! Recordá todo lo que dijimos. Tus sueños son hermosos y tu arte también lo es. Solo mostrale al mundo quién sos.”

Con el corazón latiendo con fuerza, Lila se acercó a su pintura y, con cada paso, recordó todas las oraciones que habían compartido. Al llegar frente al público, respiró hondo y sonrió.

"Hola a todos, soy Lila y esta es mi obra. Claro que no es perfecta, pero me hace feliz porque refleja mis sueños."

La multifacética comunidad la escuchó en silencio, y luego comenzó a aplaudir.

Cuando terminó la exhibición, un grupo de niños se acercó a Lila.

- “¡Nos encantó tu obra! ¿Nos podés enseñar a pintar como vos? ”

Las palabras de esos compañeros llenaron el corazón de Lila de felicidad. Esa tarde, se dio cuenta de que sus oraciones simples realmente le habían ayudado a confiar en sí misma.

Esa noche, Lila le dijo a Mateo:

- “Gracias por hacerme creer. Las oraciones que decimos son como estrellas que iluminan nuestra confianza.”

Mateo sonrió de vuelta y añadió:

- “Sí, y siempre que necesites una dosis de valor, recordá: las oraciones simples son el secreto.”

Desde aquel día, Lila compartió su magia con otros, enseñándoles el poder de las oraciones simples. Juntos seguían creando y soñando, llenando el pueblo de Alegría con cada color del arco iris. Y a cada paso que Lila daba, su autoconfianza crecía como un árbol robusto bajo el sol del verano.

FIN.

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