El poder de las palabras


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos niñas llamadas Martina y Sofía. A pesar de que el mundo estaba lleno de aventuras y conocimiento por descubrir, a ellas no les interesaba mucho leer.

Un día, llegó al colegio un maestro nuevo llamado Don Manuel. Era un hombre amable y sabio, pero lo que más le apasionaba era la lectura.

Desde el primer momento en que vio a Martina y Sofía, supo que tenía una misión especial: animarlas a amar los libros. El maestro comenzó contándoles historias emocionantes sobre piratas valientes y princesas intrépidas. Pero las niñas solo miraban aburridas hacia otro lado.

Don Manuel no se rindió fácilmente y decidió probar diferentes estrategias para capturar su atención. Un día, llevó a la clase unas hermosas ilustraciones de cuentos clásicos como —"Cenicienta"  y —"Blancanieves" . Las mostró con entusiasmo mientras les explicaba cómo los escritores famosos habían creado estas maravillosas historias.

Las niñas se sintieron intrigadas al ver las imágenes coloridas y escuchar sobre esos autores tan importantes. "¿Sabían ustedes que Cenicienta fue escrita por Charles Perrault?", preguntó Don Manuel con una sonrisa.

Las niñas asintieron tímidamente, comenzando a mostrar cierto interés en lo que el maestro les contaba. Don Manuel continuó su plan para motivarlas aún más. Les enseñó fotografías de bibliotecas magníficas llenas de libros encantadores e invitó a la clase a visitar la biblioteca del pueblo.

Martina y Sofía se emocionaron con la idea de explorar aquel lugar mágico. Al entrar en la biblioteca, sus ojos brillaron al ver estanterías repletas de libros de todos los colores y tamaños.

El maestro les permitió elegir uno para llevar a casa. Las niñas eligieron "Alicia en el país de las maravillas" y "El principito". A medida que leían esos libros, se adentraban en un mundo lleno de imaginación y aprendizaje.

Cada página era una nueva aventura, cada palabra despertaba su curiosidad. Don Manuel no dejó que la motivación se desvaneciera. Organizó un concurso de escritura en clase, donde las niñas podían crear sus propias historias fantásticas.

Martina escribió sobre una niña valiente que salvaba a su pueblo del malvado dragón, mientras que Sofía inventó una historia sobre un pequeño astronauta que descubría nuevos planetas.

Cuando llegó el día de leer sus cuentos frente a toda la escuela, Martina y Sofía mostraron confianza y entusiasmo. Sus compañeros quedaron impresionados por su creatividad y habilidades para contar historias. Desde aquel momento, las dos niñas se convirtieron en lectoras ávidas. Se sumergieron en diferentes géneros literarios como aventuras, misterios e incluso poesía.

Don Manuel estaba orgulloso al ver cómo habían encontrado el amor por los libros gracias a su dedicación.

Con el tiempo, Martina decidió convertirse en escritora y publicar sus propios cuentos para inspirar a otros niños como ella lo había sido antes. Sofía, por su parte, soñaba con estudiar literatura y convertirse en una crítica literaria reconocida. Don Manuel había cumplido su misión de animar a las niñas a amar la lectura.

Les había mostrado el mundo mágico que se escondía entre las páginas de un libro y les había enseñado que cada historia podía llevarlas a lugares maravillosos. Aquella pequeña escuela del pueblo nunca volvió a ser la misma.

Gracias al maestro Don Manuel, los niños descubrieron el poder de la imaginación y el conocimiento que solo los libros pueden brindar.

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