El poder de las palabras
Había una vez un niño llamado Juanito que estaba en tercer grado. Era inteligente y siempre sacaba buenas notas, pero tenía un problema: solía decir palabras incorrectas y ofensivas que lastimaban los sentimientos de sus compañeros.
Un día, durante el recreo, Juanito se acercó a su amigo Pedro y le dijo: "¡Eres tan tonto! No entiendes nada". Pedro se sintió triste por las palabras de Juanito y decidió alejarse.
Mientras tanto, Marta, otra compañera de clase, escuchó lo que había dicho Juanito y decidió hablar con él para hacerle entender cómo se sentían los demás cuando él hablaba así. "Juanito, tus palabras lastiman a los demás. Debes aprender a ser respetuoso", le dijo Marta con calma.
Pero Juanito no entendió lo que Marta quería decirle. Pensó que era divertido decir esas cosas porque todos reían cuando lo hacía. Los días pasaron y la situación empeoró.
Los compañeros de clase comenzaron a evitar a Juanito porque no querían sentirse mal por sus palabras hirientes. Incluso la maestra tuvo que intervenir varias veces para detenerlo. Un día, llegó una nueva alumna llamada Laura al salón de clases.
Ella era diferente a los demás niños; tenía dificultades para leer debido a su dislexia y esto la hacía sentir insegura. Cuando Laura intentaba leer en voz alta durante una actividad en clase, todos esperaban expectantes el comentario despectivo de Juanito.
Pero esta vez algo diferente ocurrió. En lugar de burlarse o insultarla como solía hacer, Juanito se quedó callado y escuchó atentamente.
Después de la clase, Juanito se acercó a Laura y le dijo: "Lo siento mucho por todas las palabras que te dije antes. No sabía lo mal que se sentía. Prometo ser más respetuoso a partir de ahora". Laura miró a Juanito con una sonrisa en su rostro y le respondió: "Gracias por disculparte, Juanito.
Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos". A partir de ese día, Juanito cambió completamente su actitud. Comenzó a pensar antes de hablar y siempre buscaba formas positivas de expresarse.
Aprendió que el respeto hacia los demás era fundamental para mantener buenas relaciones y hacer sentir bien a las personas. Poco a poco, los compañeros de clase comenzaron a confiar nuevamente en Juanito.
El calor del respeto llenó el salón de clases y todos aprendieron la importancia de tratar a los demás con amabilidad y consideración. Juanito comprendió que las palabras pueden lastimar más que un golpe físico, pero también pueden sanar cuando se utilizan correctamente.
Desde aquel día, nunca más volvió a herir los sentimientos de sus compañeros con sus palabras hirientes. Y así termina esta historia sobre el poder del respeto. Recuerda siempre pensar antes de hablar y tratar a los demás como te gustaría ser tratado tú mismo.
FIN.