El poder de las palabras
Era una mañana soleada en Buenos Aires y Lucas, un joven de 19 años, se dirigía a la Facultad de Filosofía y Letras. Con un giro en su andar, se detuvo frente a una serie de carteles coloridos y llamativos que decoraban la entrada. Eran mensajes de lucha por los derechos de los estudiantes, por la libertad de expresión y por un mundo mejor. Miró los carteles, inspirándose en los sueños de muchos que lo precedieron.
"Hoy es el día, voy a hacer mi presentación sobre la importancia de la voz de los jóvenes en la sociedad", murmuró Lucas para sí mismo.
Mientras entraba a la facultad, se encontró con su amiga Sofía, quien estaba ocupada leyendo un libro.
"¡Hola, Sofía! ¿Te parece si mañana nos unimos a la marcha?", le preguntó Lucas, aún emocionado por los carteles.
"Claro que sí, pero ¡¿dónde vas a conseguir el tiempo para prepararte para la facultad? !" respondió Sofía con una sonrisa.
Lucas se giró y caminó hacia el aula, sintiendo que el peso de la iniciativa recaía en sus hombros. La clase comenzó y el profesor, el Doctor Romero, preguntó sobre qué temas deseaban discutir en la próxima clase. Lucas levantó la mano.
"Quiero hablar sobre cómo los jóvenes pueden usar su voz para crear cambio. Hay tantas injusticias que no podemos ignorar..."
El profesor lo miró con curiosidad.
"Interesante. Pero, Lucas, ¿cómo piensas presentar esto en un aula?"
Lucas hizo una pausa, pensando en cómo transformaría su idea en algo tangible.
"Podría hacer una especie de taller. No solo hablar, sino que podríamos invitar a los estudiantes a participar y compartir sus propias historias. ¡Seríamos una comunidad!"
El Doctor Romero asintió, impresionado.
"Eso suena muy bien. Estoy seguro de que muchos querrán sumarse.
Sin embargo, no todo fue fácil. La semana siguiente, mientras preparaba su presentación, Lucas se enteró de que algunos docentes y estudiantes estaban en contra de las marchas, argumentando que solo distraían a los estudiantes de sus estudios.
"Lucas, no entiendo para qué te complicas. Concentrate en lo que importa. Sacamos buenas calificaciones y eso es todo", le dijo su compañero Martín en la cafetería.
"Pero Martín, está en juego nuestro futuro. ¡Si no alzamos nuestra voz, ¿quién lo hará? !"
La discusión continuó, pero al final, Lucas decidió seguir adelante con su propuesta. La noche anterior a su taller, reunió a unos amigos en su casa para preparar presentaciones, carteles y juegos interactivos.
Esa mañana, mientras todos se reunían en la sala, Sofía entró emocionada
"¡Lucas! ¡He hecho unos carteles con frases inspiradoras!"
"¡Genial, Sofía! Eso le dará más color a nuestra actividad. ¡Vamos, que tenemos un gran desafío por delante!"
El día llegó y el aula se llenó de estudiantes curiosos. Lucas comenzó su taller explicando cómo todos podían contribuir a la lucha.
"Las palabras son poderosas, pueden mover montañas. Ustedes tienen voz y pueden usarla para hacer escuchar sus sueños y necesidades. ¿Quién quiere compartir su historia?"
Uno por uno, los estudiantes comenzaron a hablar. Algunos contaron sus experiencias, y otros sugirieron ideas para ayudar a su comunidad.
"Mi abuela solía decir que si todos tiramos un poco de arena, podemos construir un gran castillo", dijo Emiliana, una estudiante tímida.
"Y yo creo que las palabras y las acciones son la clave para el cambio", añadió Martín, recordando su propia lucha.
A medida que el taller avanzaba, se percibía una energía colectiva. Al finalizar, Lucas sintió que su esfuerzo valió la pena. Se había creado un espacio donde jóvenes de diferentes orígenes se unieron por una causa común.
"Esto fue solo el comienzo. ¡Sigamos luchando, juntos somos más fuertes!" exclamó Lucas al despedirse.
Más tarde aquel día, mientras caminaba de regreso a casa, Lucas vio los carteles afuera de la facultad nuevamente.
"¡Ves, Sofía!", dijo emocionado.
"Mostrar tu voz es solo el primer paso. Ya veremos qué más podemos lograr juntos."
Y así, Lucas entendió que a veces, las luchas más grandes comienzan con una simple acción, con una voz que se alza. Con el apoyo de sus amigos y compañeros, sabía que podían cambiar el mundo, un paso a la vez.
FIN.