El poder de los cuentos eternos



Había una vez un señor muy viejo llamado Don Manuel, que vivía en un pequeño pueblo. Don Manuel era conocido por todos por su sabiduría y bondad, pero también por ser un poco olvidadizo.

Un día, mientras paseaba por el pueblo, vio una tienda moderna que acababan de abrir y decidió entrar para curiosear. Al entrar a la tienda, Don Manuel se quedó maravillado con todas las luces brillantes y los artefactos tecnológicos que veía a su alrededor.

Nunca antes había visto tantas cosas nuevas y emocionantes. Se acercó a una pantalla gigante que mostraba imágenes de lugares lejanos y se quedó absorto en ella. "¡Qué maravilla!", exclamó Don Manuel asombrado.

El dueño de la tienda, un joven llamado Tomás, se acercó a él con una sonrisa amable. "Buenas tardes, ¿puedo ayudarlo en algo?", preguntó Tomás. "Oh, no te preocupes muchacho.

Solo estoy admirando todas estas maravillas", respondió Don Manuel con una gran sonrisa. Tomás notó la fascinación en los ojos del anciano y decidió mostrarle algunos de los productos más sorprendentes de la tienda. Le enseñó teléfonos inteligentes, tabletas electrónicas y hasta robots domésticos que realizaban tareas increíbles.

Don Manuel estaba fascinado con todo lo que veía, pero algo en su mirada denotaba nostalgia. "¿Pasa algo señor?", preguntó Tomás preocupado. Don Manuel suspiró antes de responder: "Verás joven amigo, cuando era niño no teníamos todas estas cosas maravillosas.

Nuestro entretenimiento eran los cuentos junto al fuego y las carreras por el campo". Tomás escuchaba atentamente las palabras del anciano y pudo percibir la melancolía en su voz.

Entonces tuvo una idea:"Señor Manuel, tengo algo especial para usted", dijo Tomás mientras iba a buscar algo detrás del mostrador. Cuando regresó, traía consigo un libro antiguo con tapas desgastadas por el tiempo. "Este es un libro de cuentos clásicos que perteneció a mi abuelo.

Creo que le gustará", dijo Tomás entregándole el libro al anciano. Don Manuel tomó el libro entre sus manos temblorosas y al abrirlo vio ilustraciones hermosas de cuentos como "Caperucita Roja" y "El Patito Feo".

Sus ojos brillaron de emoción al recordar su infancia y comenzó a contarle historias a Tomás tal como lo hacían antiguamente en su pueblo. La gente se empezó a reunir alrededor para escucharlo con atención.

Desde ese día en adelante, Don Manuel visitaba la tienda todos los días para compartir sus historias con quienes quisieran escucharlas. La tienda moderna se convirtió en un lugar donde la tradición oral se mezclaba con la tecnología más avanzada; donde jóvenes y mayores aprendían unos de otros y compartían momentos inolvidables juntos.

Y así fue como Don Manuel encontró un nuevo propósito en su vida gracias a la magia de los libros y las nuevas amistades que hizo en aquella tienda moderna del pueblo. Fin

FIN.

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