El poder de los errores



Mariana era una niña muy inteligente y talentosa, pero tenía un gran problema: no sabía lidiar con los errores. Cada vez que algo no le salía bien, se frustraba rápidamente y buscaba a alguien a quien culpar.

Un día, Mariana estaba en la escuela y su maestra les dio un trabajo difícil de matemáticas. Mariana siempre había sido buena en esta materia, pero por alguna razón, esta vez no lograba entender el problema.

"¡Esto es imposible!", exclamó Mariana con enfado. "La maestra debió explicarlo mejor". La maestra se acercó a ella con calma y le dijo: "Mariana, todos cometemos errores. Es normal que a veces las cosas nos cuesten más trabajo.

Lo importante es intentarlo de nuevo y aprender de nuestros errores". Pero Mariana no quería escuchar nada de eso. Estaba tan frustrada que decidió ignorar el consejo de su maestra.

Al llegar a casa, Mariana seguía pensando en lo mal que le había ido en la clase de matemáticas. Su mamá notó su tristeza y se acercó para preguntarle qué pasaba. "No entiendo por qué soy tan mala en matemáticas", dijo Mariana con lágrimas en los ojos.

"Todos me van a criticar". Su mamá le sonrió dulcemente y le respondió: "Mariana, nadie espera que seas perfecta en todo lo que haces. Todos cometemos errores y tenemos dificultades en algunas áreas. Lo importante es seguir intentándolo y nunca rendirse".

Pero nuevamente, Mariana no quería escuchar las palabras de su mamá. Estaba demasiado enfocada en su frustración y no quería aceptar que podía equivocarse. Al día siguiente, Mariana estaba jugando con sus amigos en el parque.

Decidieron jugar a la cuerda y cada uno debía saltar mientras los demás giraban la cuerda. Mariana era muy buena saltando, pero esta vez tropezó y cayó al suelo. "¡Esto es injusto!", gritó Mariana con furia.

"Ustedes me hicieron tropezar". Sus amigos se acercaron preocupados y le dijeron: "Mariana, todos nos caemos alguna vez, no fue culpa nuestra. Lo importante es levantarte y seguir intentándolo". Esta vez, algo hizo clic en la mente de Mariana.

Recordó las palabras de su maestra y de su mamá sobre aprender de los errores y nunca rendirse. Decidió darle una oportunidad a esa idea y comenzó a practicar más matemáticas en casa.

Aunque al principio se equivocaba mucho, poco a poco empezó a mejorar gracias a su perseverancia. También aprendió a aceptar cuando cometía errores en otras áreas de su vida. En lugar de culpar a otros o enfadarse, buscaba soluciones e intentaba hacerlo mejor la próxima vez.

Con el tiempo, Mariana se convirtió en una niña más feliz y segura de sí misma. Aprendió que los errores son oportunidades para crecer y mejorar.

Y lo más importante, entendió que nadie espera que sea perfecta, solo quiere verla intentarlo con pasión y determinación. Desde aquel día en el parque, Mariana siempre recordaría que los errores no definían quién era ella como persona; lo que realmente importaba era su capacidad de aprender y seguir adelante.

Y así, con esa valiosa lección aprendida, Mariana se convirtió en una niña más segura y feliz.

FIN.

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