El Poder de un Dibujo



Había una vez un niño llamado Lucas. Era un niño alegre y con una gran imaginación. Lucas pasaba horas dibujando en su cuaderno, creando mundos llenos de aventuras y personajes fantásticos. Pero había un problema. En su escuela, un grupo de niños, los llamados 'los traviesos', solían burlarse de él y de sus dibujos.

Una mañana, mientras Lucas dibujaba en el patio, escuchó a los traviesos acercándose.

"Mirá, ahí viene el dibujante," dijo uno de ellos con burla.

"¿Qué vas a dibujar hoy, un dragón de papel?" se rieron otros.

Lucas sintió que su corazón se rompía un poco. Sin embargo, decidió no dejar que eso lo detuviera. Esa noche, llegó a casa y se lo contó a su mamá, quien siempre le decía que debía creer en sí mismo.

"No te dejes vencer por ellos, Lucas. Tu talento es único y especial. A veces la gente no entiende lo que es diferente," le dijo su mamá mientras le acariciaba el cabello.

"Pero a veces siento que estoy solo, mamá..." contestó Lucas con tristeza.

"Recuerda que siempre hay quienes valoran tu arte. ¿Por qué no le muestras tus dibujos a tu hermana? Quizás le gusten,” sugirió ella.

La hermana de Lucas, Sofía, tuvo una gran idea al ver el entusiasmo de su hermano.

"Podrías hacer una exposición de tus dibujos en la escuela, así todos pueden ver lo que haces y apreciar tu talento," propuso Sofía con una sonrisa.

Lucas comenzó a trabajar en su exposición, incapaz de hacer que el miedo a las burlas lo frenara. Por las noches, dibujaba con más y más pasión, creando una colección de hermosos monstruos y paisajes.

Finalmente, llegó el día de la exposición. Lucas estaba nervioso, pero su maestra, la Señorita Ana, apoyaba su decisión.

"Lucas, estoy muy orgullosa de ti. Este es un gran paso para mostrar al mundo tus habilidades. Recuerda, aquellos que se burlan a menudo son los que más necesitan ver cosas bonitas como las tuyas," le dijo la maestra con dulzura.

Cuando llegó el momento de mostrar su trabajo, Lucas sintió cómo su corazón latía fuerte. Los traviesos estaban en la sala, y al principio, se rieron de nuevo al ver los dibujos.

"Mirá, son solo garabatos," dijo uno de los traviesos.

Pero lo que no se esperaban es que el resto de los compañeros comenzara a mirar con interés.

"¡Qué lindo el dragón!" comentó una amiga de Lucas, sorprendida por la fantasía de sus personajes.

Los murmullos comenzaron a cambiar. Algunos de sus compañeros fueron acercándose a mirar más de cerca los dibujos.

"Esos son geniales, Lucas. Me encantaría dibujar así..." decía uno tras otro.

Los traviesos comenzaron a quedarse callados, sorprendidos. En cuestión de minutos, Lucas se dio cuenta de que había conquistado el corazón de sus compañeros.

"¿Te gustaría darme algunas clases de dibujo?" preguntó un niño.

Lucas sonrió, sintiendo que, por fin, su esfuerzo había valido la pena. En ese momento, la Señorita Ana, viendo cómo cambiaba la atmósfera, decidió intervenir.

"¿Ven lo importante que es valorar el talento de cada uno? Todos somos diferentes, y eso es lo que hace que nuestra escuela sea especial."

Los traviesos, ahora avergonzados, comenzaron a entender que lo que hacían no solo lastimaba a Lucas, sino que también los alejaba de las cosas bonitas.

Un tiempo después, los traviesos se acercaron a Lucas, un poco tímidos.

"Oye, Lucas… ¿Podrías enseñarnos a dibujar?" preguntó uno de ellos con sinceridad.

Lucas miró a Sofía y a su mamá que estaban apoyándolo desde unos metros.

"Claro, me encantaría compartirlo con ustedes. Cada uno de nosotros tiene su propio estilo, y eso es lo que hace que dibujar sea tan divertido," respondió Lucas con una sonrisa, sintiendo que no solo había dejado atrás el miedo, sino que ahora tenía nuevos amigos.

Desde ese día, la escuela de Lucas se llenó de dibujos y creatividad, y él aprendió que a veces, la mejor manera de enfrentar el miedo es a través de lo que amas. Así, Lucas dejó de ser solo un niño al que se burlaban y se convirtió en el niño que todos querían ser, un verdadero artista.

Con el tiempo, los traviesos se dieron cuenta de que el respeto y la amistad son más valiosos que las risas de un instante.

Y juntos, no solo comenzaron a dibujar, sino que también aprendieron a valorar sus diferencias y a celebrar lo que cada uno podía aportar a su mundo.

FIN.

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