El poder del amor en el espacio


Había una vez un niño llamado Beltrán, que siempre se enfadaba cuando algo no le gustaba. Y cuando se enfadaba, lo primero que hacía era pegarle a su pobre hermana Carlota.

Esto ponía muy triste a su madre, Inmaculada. Un día, mientras Beltrán jugaba en su habitación, encontró un libro mágico sobre el espacio. Fascinado por las imágenes de planetas y estrellas, decidió abrirlo y comenzar a leer.

Para su sorpresa, las palabras saltaron del libro y formaron una especie de portal espacial frente a él. Sin pensarlo dos veces, Beltrán se aventuró dentro del portal y se encontró flotando en el espacio exterior. Estaba emocionado pero también asustado por la inmensidad del universo.

De repente, apareció ante él una criatura extraterrestre amigable llamada Zoggy. Zoggy tenía forma de peluche gigante y hablaba con una voz suave pero divertida.

"¡Hola! Soy Zoggy, el alienígena más simpático del universo", dijo Zoggy mientras hacía piruetas en el aire. Beltrán quedó maravillado con la presencia de Zoggy y le contó sobre su problema para controlar su temperamento y no golpear a Carlota.

Zoggy sonrió comprensivamente y le dijo: "Beltrán, te enseñaré algo muy importante que aprendí durante mis viajes espaciales: el amor es más poderoso que cualquier enfado". Con curiosidad e interés en sus ojos, Beltrán preguntó cómo podía aprender ese poderoso mensaje.

Zoggy le explicó que debían visitar diferentes planetas y encontrarse con seres de otras galaxias para aprender sobre el amor y la empatía. El primer planeta al que llegaron fue un lugar lleno de criaturas amables y cariñosas llamado Planeta Abrazo.

Allí, Beltrán aprendió que los abrazos pueden transmitir amor y calmar cualquier enfado. Después, viajaron al Planeta Sonrisa, donde todos los habitantes se reían todo el tiempo. Beltrán entendió que una sonrisa puede alegrar el día de alguien más y hacerlo sentir amado.

En su siguiente parada, visitaron el Planeta Escucha, donde las criaturas eran expertas en escuchar a los demás sin juzgarlos. Beltrán descubrió lo importante que era prestar atención a los sentimientos de Carlota y entender sus pensamientos antes de actuar impulsivamente.

A medida que continuaban su viaje espacial, Beltrán se dio cuenta de cuánto había aprendido sobre el amor verdadero. Comenzó a aplicar esas enseñanzas en su vida diaria y poco a poco dejó atrás sus enfados violentos hacia Carlota.

Cuando finalmente regresaron a casa, Inmaculada estaba sorprendida por la transformación en la actitud de Beltrán. Lo abrazó fuertemente y le dijo lo orgullosa que estaba de él por aprender a controlarse y amar incondicionalmente a su hermana.

Desde ese día en adelante, Beltrán nunca volvió a golpear ni enfadarse con Carlota. En cambio, demostraba su amor dándole abrazos cálidos cuando ella necesitaba consuelo y compartiendo sonrisas cuando estaban juntos. Y así, Beltrán aprendió que el amor puede cambiarlo todo, incluso a él mismo.

Y junto a Carlota, vivieron felices y en armonía, recordando siempre su increíble viaje espacial lleno de enseñanzas sobre el poder del amor. .

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