El poder del cariño



Había una vez una familia muy especial conformada por papá, mamá y un hijo llamado Juanito. Ellos vivían en una pequeña casita en el campo, rodeados de árboles frutales y flores de colores vibrantes.

Desde que Juanito era muy pequeño, sus padres le enseñaron la importancia de expresar el amor y la afectividad hacia los demás. Siempre se abrazaban, se decían palabras bonitas y compartían momentos especiales juntos.

Un día, mientras estaban preparando el desayuno en la cocina, Juanito preguntó: "Papá, mamá, ¿por qué es tan importante ser cariñosos con los demás?". Su mamá sonrió dulcemente y respondió: "Querido Juanito, ser cariñosos nos ayuda a construir relaciones fuertes y duraderas.

Cuando mostramos nuestro amor a las personas que nos rodean, les hacemos sentir queridos y valorados". El papá agregó: "Además, cuando somos amables con los demás, también nos sentimos bien nosotros mismos. Es como si regaláramos un pedacito de felicidad".

Juanito asintió con entusiasmo y decidió que quería llevar esa idea más allá. Quería demostrarle al mundo entero lo maravilloso que era mostrar afecto a los demás.

Un día soleado, mientras paseaba por el parque del pueblo con sus padres, Juanito vio a un niño sentado solo en un banco. Se acercó tímidamente y le dijo: "Hola ¿quieres jugar conmigo?". El niño sorprendido levantó la mirada y sonrió. "¡Claro! Me encantaría jugar contigo", respondió emocionado.

Juanito y el niño pasaron la tarde jugando, riendo y compartiendo historias. Desde ese día, se convirtieron en los mejores amigos. Pero la historia no termina ahí. Unos días después, Juanito encontró a una abuelita sentada en un parque cercano.

Se acercó con una sonrisa y le preguntó: "Señora, ¿necesita ayuda para cruzar la calle?". La abuelita miró a Juanito con gratitud y le dijo: "Eres un niño muy amable, gracias por tu oferta".

Juntos cruzaron la calle de forma segura y entablaron una conversación maravillosa. A medida que pasaba el tiempo, Juanito continuaba mostrando su afectividad hacia los demás.

Ya fuera ayudando a sus compañeros de clase o brindando palabras de aliento a quienes lo necesitaban, siempre estaba dispuesto a hacer sentir bien a los demás.

Un día, mientras regresaban a casa después de un largo día lleno de aventuras solidarias, papá le preguntó a Juanito: "Hijo mío, ¿cómo te sientes al ser tan cariñoso con las personas?"Juanito pensó por un momento y respondió: "Me siento feliz porque sé que puedo hacer una diferencia en la vida de alguien más. Además, cuando soy amable con los demás también me siento amado".

Sus padres se miraron orgullosos y mamá dijo: "Juanito querido, eres nuestro ejemplo vivo de cómo mostrar afectividad puede cambiar vidas".

Desde aquel día en adelante, Juanito siguió mostrando su afectividad hacia los demás, convirtiéndose en un faro de amor y cariño para todos aquellos que lo rodeaban. Y así, la familia conformada por papá, mamá y Juanito demostraron al mundo entero que la afectividad es una poderosa herramienta para hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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