El poder del silencio
Érase una vez en un colorido barrio de Buenos Aires, un niño llamado Lucas. Lucas era un niño lleno de energía y curiosidad, pero había algo que lo hacía distinto: no sabía hablar. Esto no le impedía comunicarse, pero sí hacía que a veces se sintiera un poco aislado en su colegio de educación especial.
Un día soleado, Lucas llegó a la escuela emocionado porque se iba a celebrar el 'Día de la Comunicación'. Todos los alumnos estaban ansiosos por mostrar sus habilidades, desde el dibujo hasta el baile. Pero Lucas se sentía inseguro. ¿Cómo podría participar si no podía hablar?
Su maestra, la señora Clara, le dio una sonrisa alentadora y le dijo:
"Lucas, tu forma de comunicarte es única y preciosa. Estoy segura de que encontrarás la manera de brillar hoy."
El corazón de Lucas dio un vuelco. Él se sentía un poco más confiado, aunque todavía dudaba de sí mismo. Decidió que quería participar, así que se fue a su rincón favorito del aula, donde había pinturas y papeles. Allí, comenzó a dibujar.
Mientras trazaba formas coloridas con sus lápices, recordó una historia que había escuchado sobre un pájaro en un bosque que no podía cantar, pero que hacía hermosas melodías con sus alas. Con cada trazo, Lucas se comenzó a sentir más libre; la idea de que su arte podría hablar por él lo emocionaba.
Cuando llegó la hora de la presentación, la clase se reunió en el patio y cada uno mostró su talento. La amiga de Lucas, Sofía, leyó un poema.
"Eran palabras que encantaban a todos", pensó Lucas.
Luego, su compañero Martín bailó con energía, y todos aplaudieron. Todo parecía ir bien, hasta que llegó el momento de Lucas.
Con algo de nervios, subió al frente, en silencio, mirando a sus compañeros. El patio quedó en un silencio expectante.
Lucas respiró hondo y mostró su dibujo: un bello paisaje con estrellas coloridas y un gran sol que sonreía. La maestra Clara se acercó y dijo:
"Lucas ha creado algo maravilloso y quiere compartirlo con nosotros. Este dibujo representa su mundo y sus sentimientos. ¿Qué ven en este dibujo?"
Los otros niños comenzaron a comentar.
"Veo un sol que brilla con alegría" gritó Sofía.
"Y estrellas que tienen sueños!" dijo Martín.
"Es como si el sol estuviera hablando con las estrellas", comentó otro amigo.
Lucas, al escuchar a sus compañeros, sintió una alegría inmensa. Se dio cuenta de que, a pesar de no poder hablar, su arte le permitía expresarse de una forma diferente y profunda.
Fue entonces que un niño, un poco más grande que él, se acercó y le dijo:
"Lucas, me encanta cómo pintaste. Deberías enseñarnos a todos a dibujar así!"
A partir de ese día, Lucas decidió que compartiría su pasión con sus amigos.
Comenzó a organizar pequeñas clases de dibujo en el aula y, aunque no usaba muchas palabras, su entusiasmo contagiaba a todos.
Un día, mientras todos pintaban con él, Martín le preguntó:
"¿Cómo es que lográs que todos se diviertan tanto sin hablar?"
Lucas sonrió y mostró su dibujo, donde una figura grande con brazos abiertos parecía invitar.
"¡Entendí!" gritó Sofía. "¡Tus dibujos nos hablan por vos!"
Así, poco a poco, Lucas se convirtió en el corazón de la clase, compartiendo historias a través de sus obras.
La creatividad de Lucas no solo lo ayudó a comunicar sus pensamientos, sino que también unió a todos sus compañeros en un lazo especial.
El 'Día de la Comunicación' terminó siendo un gran éxito y el colegio decidió que los dibujos de Lucas serían parte de la decoración en el aula.
Y así, en un rincón de Buenos Aires, Lucas demostró que aunque no supiera hablar, su silencio era un puente hacia la conexión, el arte y la amistad.
El poder del silencio de Lucas no solo lo ayudó a expresarse, sino que también le enseñó a sus amigos que a veces la comunicación va más allá de las palabras.
Desde entonces, cada vez que sus compañeros necesitaban inspiración o querían hablar de sus sentimientos, sabían que podían acudir a Lucas y... ¡su magia con los colores siempre les traía una sonrisa!
Así, el niño que no sabía hablar se convirtió en un gran comunicador a través del arte, recordando a todos en su colegio que cada uno tiene su propia voz, aunque sea diferente.
FIN.