El poeta prodigioso de Benjamín



Había una vez un niño llamado Benjamín, que desde muy chico tenía un sueño muy grande: quería ser poeta.

Le encantaba escuchar a su abuelita recitar versos y siempre se quedaba maravillado con las historias que podían contar tan solo unas cuantas palabras rimadas. Un día, Benjamín decidió investigar más sobre lo que significaba ser poeta. Buscó en libros, en internet y hasta le preguntó a su maestra de lengua.

Aprendió que un poema era como una pintura hecha con palabras, que podía expresar sentimientos, emociones o simplemente contar una historia de una forma especial. Benjamín se puso manos a la obra y comenzó a escribir sus propios poemas.

Al principio le costaba un poco encontrar las palabras adecuadas y hacerlas rimar, pero con mucha práctica fue mejorando cada día. Escribía sobre la naturaleza, los animales, sus amigos y hasta sobre sus sueños más locos.

Un día, Benjamín descubrió que no solo bastaba con escribir buenos poemas, sino también saber recitarlos de manera especial para llegar al corazón de quienes lo escuchaban. Así que se puso a practicar frente al espejo, ensayando gestos y entonaciones para darle vida a sus creaciones.

Una tarde soleada, en el parque del barrio, se organizó un pequeño evento cultural donde los niños del vecindario podían mostrar sus talentos. Benjamín vio esta oportunidad como el momento perfecto para demostrar todo lo que había aprendido.

Al subir al escenario, sintió mariposas en el estómago pero recordó todo lo que había practicado y tomó valor. Respiró hondo y comenzó a recitar uno de sus poemas favoritos.

Las palabras fluían con naturalidad, su voz sonaba clara y segura, y sus gestos acompañaban cada verso de forma magistral. Al terminar su actuación, el público estalló en aplausos y ovaciones.

Benjamín sintió una emoción indescriptible al darse cuenta de que había logrado tocar los corazones de todos los presentes con sus versos. Desde ese día en adelante, Benjamín siguió escribiendo y recitando poemas con pasión y dedicación. Su talento no dejaba de crecer y pronto se convirtió en un poeta reconocido en su comunidad.

Y así fue como aquel niño de 7 años cumplió su gran sueño de ser poeta, demostrando que con esfuerzo, perseverancia y amor por lo que uno hace ¡todo es posible!

FIN.

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