El pollito amarillito y el maíz mágico



Había una vez en la granja del Abuelo Pío, un pollito muy especial llamado Pepito. Pepito era un pollito amarillito muy curioso y aventurero que siempre estaba buscando nuevas emociones en la granja.

Un día, mientras correteaba por el campo, encontró un maíz mágico brillante y reluciente. Sin pensarlo dos veces, Pepito decidió probarlo y ¡qué sorpresa se llevó! Al comer el maíz, Pepito sintió una energía extraña recorrer todo su cuerpecito.

Su plumaje comenzó a brillar como nunca antes y sus amiguitos del corral lo admiraban asombrados. -¡Miren qué bonito está Pepito! -exclamó la Gallinita Cocorita. -¿Qué comiste, amigo? -preguntó el patito Manchitas. El pollito amarillito sonrió orgulloso y les contó sobre el maíz mágico que encontró.

Los demás animalitos de la granja se mostraron asombrados, pero felices por Pepito.

A partir de ese día, el pollito amarillito estaba lleno de energía y vitalidad, se convirtió en el más veloz corredor del corral y en el más astuto buscador de tesoros. Sin embargo, Pepito también descubrió que el maíz mágico le daba un poder especial: podía entender a todos los animales de la granja. -¡Oigan, puedo entender lo que dicen los demás! -exclamó emocionado.

A partir de ese momento, se convirtió en el mediador de la granja, ayudando a resolver los problemas y malentendidos entre los animales.

Con su nueva habilidad, Pepito se dio cuenta de que podía hacer un bien aún más grande, así que decidió compartir el maíz mágico con todos sus amigos del corral. Juntos descubrieron que, al comer el maíz, todos adquirían la capacidad de comprenderse y cooperar mejor.

La granja del Abuelo Pío se convirtió en un lugar donde reinaba la armonía y la unión. El maíz mágico no solo les dio fuerza y entendimiento, sino que también los unió como una gran familia.

Desde entonces, Pepito y sus amigos disfrutaron de días llenos de diversión y compañerismo, siempre recordando que el verdadero poder está en la unión y en la amistad.

FIN.

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