El pollito curó mi celosía
Milena era una niña muy dulce y cariñosa, pero últimamente se sentía un poco celosa de su hermanito Tomas. Desde que llegó a la familia, todos parecían prestar más atención a él que a ella.
Milena intentaba no mostrar sus celos, pero cada vez le costaba más. Un día, mientras jugaba con su muñeca en su habitación, escuchó risas provenientes del cuarto de al lado. Se acercó sigilosamente y abrió la puerta para ver qué estaba pasando.
Ahí encontró a su mamá y papá jugando con Tomas en el piso. Milena se sintió triste al verlos jugar sin ella y decidió salir corriendo hacia el jardín trasero para estar sola por un rato.
Mientras caminaba por el jardín, vio un pequeño pollito solitario en una esquina. Milena se acercó tímidamente al pollito y lo agarró con cuidado. - Hola pequeño -dijo Milena acariciando al pollito-.
¿Por qué estás solo aquí afuera? El pollito pió felizmente y Milena sonrió por primera vez en todo el día. - No te preocupes -le dijo Milena al pollito-. Yo también me siento sola a veces.
De repente, Milena tuvo una idea: si cuidaba del pollito como si fuera suyo propio, quizás dejaría de sentirse tan celosa de Tomas. Así que tomó al pollito bajo su protección y comenzaron a jugar juntos todos los días.
Poco después, cuando llegaban las tardes, toda la familia salía al jardín para ver cómo crecía el pollito. Milena se sentía muy feliz al ver que su familia también quería jugar con ella y su nuevo amiguito.
Un día, mientras estaban jugando en el jardín, Tomas comenzó a llorar porque se había lastimado el dedo. Milena corrió rápidamente hacia él para ver si podía ayudarlo. - ¿Estás bien Tomas? -preguntó preocupada. Tomas asintió con la cabeza y le mostró su dedo lastimado a Milena.
Ella lo tomó de la mano y lo llevó dentro de la casa para curarle la herida.
Mientras cuidaba del dedo de su hermanito, Milena se dio cuenta de que no estaba celosa de él en absoluto; simplemente quería pasar más tiempo con él. Desde ese día en adelante, Milena y Tomas jugaron juntos todos los días y se convirtieron en los mejores amigos del mundo.
Y cada vez que veían al pequeño pollito crecer fuerte y saludable, recordaban cómo habían aprendido a compartir el amor entre ellos mismos y sus seres queridos.
FIN.