El pollito dorado


Había una vez, en un pequeño pueblo del altiplano, una señora llamada Jhanet. Jhanet era una mujer valiente y amante de los animales. Vivía rodeada de vacas, ovejas, gallinas y cerdos en su granja.

Todos los días, sin importar el frío intenso que hacía en la región, Jhanet se levantaba temprano para alimentar a sus animales y asegurarse de que estuvieran cómodos.

Su amor por ellos era tan grande que incluso les tejía abrigos especiales para protegerlos del viento helado. Un día, mientras Jhanet estaba dando de comer a las gallinas, notó algo extraño. Uno de los huevos que había recogido tenía un color diferente al resto. Era dorado brillante y parecía tener algo especial.

Sin pensarlo dos veces, Jhanet decidió incubar ese huevo misterioso. Pasaron varios días hasta que finalmente el huevo se rompió y salió un pollito muy especial.

Tenía plumas doradas como el sol y unos ojitos brillantes llenos de alegría. Jhanet lo llamó Solito. Desde ese momento, Solito se convirtió en el mejor amigo de Jhanet. Lo acompañaba a todas partes mientras ella cuidaba a los demás animales de la granja.

Aunque siempre había sido feliz con sus otros amigos animals y emplumados, ahora sentía que tenía un compañero especial con quien compartir su pasión por los animales.

Un día, mientras paseaban por la montaña cercana a la granja, Solito comenzó a volar más alto y más rápido que nunca antes había hecho. Se alejó de Jhanet y ella, preocupada, comenzó a correr tras él. Pronto se dio cuenta de que Solito estaba guiándola hacia algo.

Cuando finalmente alcanzó a Solito, Jhanet se encontró con una escena maravillosa. Había un grupo de animales en peligro: unos conejos atrapados en una red y un ciervo herido.

Sin pensarlo dos veces, Jhanet liberó a los conejos y cuidó al ciervo hasta que estuvo completamente sano. A partir de ese día, Jhanet descubrió que tenía la capacidad de comunicarse con los animales. Podía entender sus necesidades y ayudarlos cuando lo necesitaran.

Esto hizo que su trabajo como cuidadora de animales fuera aún más especial. Jhanet decidió compartir su don con el resto del pueblo. Comenzó a enseñarles a los niños cómo cuidar adecuadamente a los animales y cómo respetar la naturaleza que los rodeaba.

Los pequeños aprendieron sobre la importancia de proteger el medio ambiente y tratar a todos los seres vivos con amor y bondad. Gracias al esfuerzo de Jhanet, el pueblo se convirtió en un lugar donde reinaba el respeto por la vida animal.

Las personas aprendieron el valor del trabajo en equipo para cuidar del entorno natural y garantizar un futuro mejor para todas las especies.

Y así, gracias al amor incondicional de Jhanet por los animales y su valentía para enfrentar cualquier desafío, logró cambiar no solo su propia vida sino también la vida de todo un pueblo. Su historia inspiradora nos recuerda que todos tenemos dentro nuestro la capacidad de hacer grandes cosas si nos atrevemos a soñar y actuar en consecuencia.

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