El Pollito, el Águila y el Oso
Había una vez en un hermoso bosque, un pequeño pollito llamado Pipo. Pipo soñaba con ser valiente y aventurero, pero todos en su granja decían que un pollito no podía hacer grandes cosas. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un águila majestuosa llamada Aída que volaba alto en el cielo.
"Hola, pequeño. ¿Por qué no vuelas?" - preguntó Aída.
"Porque soy solo un pollito y no tengo alas fuertes" - respondió Pipo, un poco apenado.
"No te subestimes, Pipo. A veces, tenemos que descubrir nuestro verdadero potencial. ¿Qué te gustaría hacer?" - dijo Aída.
Pipo miró hacia arriba, observando cómo Aída realizaba acrobacias en el aire.
"Me gustaría ver el mundo desde lo alto, como tú" - confesó.
Aída sonrió, "Entonces ven conmigo. Te llevaré a un lugar especial donde podrás descubrir tus habilidades."
Intrigado, Pipo siguió a Aída hasta una colina muy alta. Al llegar, Aída explicó:
"Aquí es donde puedes aprender a ser valiente. Solo debes dar un salto hacia adelante. ¡Confía en ti mismo!"
Pipo temblaba un poco, pero sabía que debía intentarlo. Se preparó, y tras un gran respiro, saltó. Sin embargo, en lugar de caer, un fuerte viento lo levantó y lo hizo flotar un poco. ¡Era increíble!"¡Lo logré!" - gritó Pipo emocionado.
Aída lo aplaudió desde arriba "Ves, pequeños pasos pueden llevar a grandes cosas. Pero ahora, hay que encontrar a un amigo para acompañarnos en esta aventura."
Mientras buscaban, llegaron a un pequeño río donde encontraron a Oso, un gran oso de pelaje marrón que tomaba un sorbo de agua.
"Hola, soy Pipo y ella es Aída. ¿Te gustaría unirte a nosotros en una aventura?" - preguntó Pipo.
Oso, que tenía un gran corazón aunque parecía muy serio, respondió:
"Aventura, ¿dijiste? Suena tentador, pero tengo miedo de no ser lo suficientemente rápido para seguirles el paso".
Aída insistió "Nadie es rápido al principio. Hay que intentarlo primero. ¿Te animas?"
Oso dudó, pero después de pensarlo un momento, dijo:
"De acuerdo, intentaré seguirles. Pero ¿qué tipo de aventura es?"
Aída sonrió, "Vamos a explorar y conocer nuestro bosque. Y Pipo será nuestro guía. Él ahora tiene un poco de altura. ¡Seguro nos sorprende!"
Los tres amigos se aventuraron, enfrentando desafíos en el camino. Encuentran un árbol muy alto con muchos frutos.
"¿Cómo subiremos para recogerlos?" - preguntó Oso.
Pipo miró a Aída, y decidió usar su ingenio.
"Aída, ¿podrías volar un poco más alto y hacer que los frutos caigan aquí abajo?" - sugirió el pollito.
"¡Buena idea, Pipo!" - replicó Aída, y volo arriba para empezar a sacudir las ramas. Con sus fuertes alas, hizo que los frutos cayeran en su dirección.
Oso, emocionado, los recogía mientras decía:
"Nunca pensé que podría tener una aventura así. Parece que juntos somos un gran equipo!"
Después de recoger la comida, el trío siguió explorando. Pero de repente, se encontraron con un paso estrecho entre dos rocas. Pipo se sentía pequeño y empezó a dudar.
"¿Y ahora, qué hacemos?" - murmuró.
Aída y Oso lo miraron, y Aída dijo:
"Ahí es donde debes confiar en ti mismo, Pipo. Piensa en lo que has aprendido. Tu valentía te trajo hasta aquí."
Con un suspiro profundo, Pipo se concentró y pensó en lo que había logrado. Sin miedo, comenzó a avanzar, y con cada paso, se sentía más seguro.
Y así, poco a poco, logró atravesar el espacio estrecho. Cuando llegó al otro lado, se dio cuenta de que había logrado mucho más de lo que creyó posible.
"¡Lo hice!" - exclamó felizmente.
Aída aplaudió "¡Ves lo valioso que eres! Juntos, somos más fuertes. No importa el tamaño, lo que importa es el corazón y la valentía."
Después de ese día lleno de aventuras, Pipo se dio cuenta de que no importa cuán pequeño seas o cuán temeroso puedas sentirte; siempre puedes lograr grandes cosas si te atreves a intentar. Y lo más importante, la amistad los hace invencibles en cada aventura.
Desde ese día, los tres amigos siguieron explorando, aprendiendo a diario y demostrando que, aunque eran diferentes, juntos podían conquistar cualquier desafío.
FIN.