El Pollito Valiente y el Gato Hambriento
Era un hermoso día de primavera, y el pequeño pollito Lucho picoteaba feliz entre las hojas del bosque. Sus plumas amarillas brillaban bajo el sol, mientras buscaba semillas y granos.
-De pronto, escuchó un ruido.
-Lucho, ¡cuidado! -gritó una voz cercana.
-Lucho se detuvo y miró a su alrededor. Era la tortuga Tina, su amiga.
-¿Qué sucede, Tina? -preguntó el pollito con curiosidad.
-¡Veo a un gato que se acerca! -exclamó Tina, asustada.
Lucho miró en la dirección que señalaba Tina. Un gato negro con ojos brillantes se acercaba sigilosamente.
-Oh no, ¡tengo que esconderme! -dijo Lucho, mientras buscaba un lugar donde refugiarse.
El gato se acercó rápidamente, con hambre en sus ojos.
-Buen provecho, pequeño pollito. -dijo el gato con una sonrisa maliciosa.
Lucho comenzó a correr, pero era más lento que el ágil gato.
-No quiero ser tu almuerzo, ¡por favor, no me comas! -gritó Lucho mientras corría.
El gato se rió.
-¿Y qué harías para que no lo haga? -preguntó, juguetonamente.
Desesperado por encontrar una salida, Lucho recordó lo que le había enseñado su madre: "Siempre se puede ser ingenioso en medio de una crisis".
-¡Tengo una idea! -gritó Lucho. -¿Qué tal si hacemos una carrera? Si llego primero a la gran roca, tú me dejas en paz.
-¿Una carrera? -se sorprendió el gato, deteniéndose un momento.
-Sí. Si ganas, yo seré tu almuerzo. Si yo gano, me dejas ir.
El gato se frotó las patas, intrigado por la propuesta.
-Está bien, acepto. Pero no subestimes mi velocidad. -dijo el gato, preparándose.
Ambos se colocaron en la línea de salida, y cuando un pájaro silbó, comenzaron a correr. En cuanto el gato salió disparado, Lucho utilizó su ingenio.
-Si logro distraerlo, tal vez pueda ganar -pensó.
Lucho corrió hacia un charco que estaba en el medio del bosque. En el último momento, dio un salto y aterrizó justo al borde. El gato, que lo seguía de cerca, no se esperó esa maniobra y terminó resbalando y cayendo en el agua.
-¡Brrrr, está helada! -gritó el gato, tratando de sacudirse el agua.
Mientras tanto, Lucho aprovechó la oportunidad para avanzar rápidamente. El pequeño pollito llegó a la gran roca y gritó triunfante.
-¡Lo logré! ¡He ganado! -se alegró mientras se giraba hacia el gato, que todavía intentaba secarse.
-Está bien, pequeña ave. -dijo el gato un poco molesto pero admire su valentía. -Hoy has sido más ingenioso que yo. Te dejo ir.
-Gracias, querido gato. -Lucho respiró aliviado. -Me alegra que no haya sido almuerzo. Tal vez podríamos ser amigos en lugar de enemigos.
El gato lo miró sorprendido.
-¿Amigos? -preguntó.
-Sí, ambos podemos aprender el uno del otro. Tú eres veloz y astuto, y yo puedo ser ingenioso y valiente. Juntos, podemos ayudarnos.
El gato, aún un poco mojado, sonrió.
-¡Eso suena genial! A partir de hoy, seré el gato que tiene como amigo a un valiente pollito. -dijo, finalmente.
Desde ese día, Lucho y el gato formaron un raro pero encantador equipo. Lucho le enseñó al gato a ser más amable, mientras que el gato le mostró a Lucho a ser más astuto. Juntos, exploraron el bosque, ayudaron a otros animales y vivieron muchas aventuras, siempre recordando que la valentía y la astucia pueden ser mejores amigas.
Y así, el pollito y el gato no solo aprendieron a respetarse, sino que forjaron una hermosa amistad que perduró a lo largo de los años.
FIN.