El Pollito Valiente y los Montes Mágicos
Había una vez un pequeño pollito llamado Pipo. Era amarillo como el sol y tenía un corazón valiente. Un día, mientras jugaba con sus amigos en la granja, decidió aventurarse hacia los montes que se alzaban a lo lejos, llenos de misterios y sombras.
"¡Voy a explorar, seré como un valiente aventurero!" - se dijo Pipo todo emocionado.
Con el sol brillante en su pluma, Pipo salió de la granja y comenzó a recorrer el paisaje verde. Sin embargo, mientras exploraba, se alejó más de lo que había planeado. De pronto, se dio cuenta de que había perdido de vista la granja.
"Oh no, ¿dónde estoy?" - exclamó Pipo.
Los montes eran más grandes de lo que imaginaba, y la brisa susurraba historias que él no entendía. Entonces, en su búsqueda por regresar, Pipo se encontró con una simpática rana llamada Rina, que estaba saltando de una hoja a otra.
"Hola, pequeño pollito. ¿Por qué estás tan preocupado?" - preguntó Rina.
"¡Me perdí! No sé cómo regresar a casa" - respondió Pipo, con su voz un poco temblorosa.
"No te preocupes. Te ayudaré. Pero primero, necesitamos cruzar el río que está allí" - dijo Rina, señalando un río que murmuraba serenamente.
Pipo miró el agua cristalina.
"Yo no sé nadar..." - se lamentó el pollito.
"No hace falta que nades. Saltaremos de piedra en piedra, ¡así es más divertido!" - sugirió Rina, chasqueando su lengua."Además, mirar hacia arriba siempre ayuda a no sentir miedo. ¡Mira el cielo!" - continuó la rana.
Siguiendo los consejos de Rina, Pipo mantuvo su mirada en el cielo azul mientras saltaba con cuidado de piedra en piedra. Por fin, logró cruzar el río.
"¡Lo logré!" - gritó emocionado Pipo.
Después de cruzar el río, Pipo y Rina llegaron a una llanura llena de flores. Allí, encontraron a un minúsculo ratón llamado Tito que estaba intentando construir una casita de hojas.
"Hola, amigos. ¿A dónde van?" - preguntó Tito curioso.
"Estamos buscando el camino de regreso a la granja" - respondió Pipo.
"¡Yo puedo ayudar! Pero primero, ¿quieren unirse a mí y jugar un rato?" - insistió Tito con alegría.
"Sí, un ratito no hace daño" - dijo Pipo, sintiendo que la diversión también es parte de la aventura.
Los tres amigos jugaron y rieron juntos, creando hermosas figuras con las hojas. Pero el tiempo pasaba y Pipo no podía olvidar que aún estaba perdido.
"Tengo que regresar, mis amigos deben estar preocupados" - dijo Pipo de repente.
"Entendemos, amigo. Pero no te pongas triste. Podemos ayudarte. ¿Has notado algo especial en el camino?" - preguntó Rina.
Pipo se detuvo a pensar. Recordó los colores brillantes de las flores, el sonido del río y las nubes que parecían un barco en el cielo.
"Vi un gran árbol con una mariposa amarilla. ¡Era hermoso!" - recordó con emoción.
"Esa es nuestra señal. Sigamos el camino hacia donde viste la mariposa. Seguramente nos llevará a la granja" - afirmó Tito.
Así que Pipo, Rina y Tito comenzaron su camino de regreso. Cada paso que daban les hacía sentir cada vez más cerca de casa. Al llegar al gran árbol, vieron a la mariposa amarilla revoloteando felizmente.
"¡Miren, ahí está!" -SUSURRÓ Rina "¡Sigámosla!"
Poco a poco, la mariposa los guió, llevándolos por senderos conocidos. Después de un rato, en el horizonte, comenzaron a ver los tejados de la granja.
"¡Lo logramos!" - gritó Pipo con alegría.
Al llegar a la granja, todos sus amigos lo recibieron con abrazos y risas.
"¡Qué bueno que volviste, Pipo! Te extrañamos tanto" - dijeron sus amigos al unísono.
"Sí, pero fue una gran aventura. Aprendí que aunque a veces me sienta perdido, siempre puedo contar con nuevos amigos para ayudarme y que la diversión también está en el camino" - sonrió Pipo, recordando a Rina y Tito.
Y así, Pipo nunca olvidó su aventura en los montes y aprendió que el valor de explorarse a uno mismo a veces implica tomar riesgos, pero siempre con el apoyo de buenos amigos. Desde aquel día, el pollito valiente se aventuró con más cuidado, pero con la seguridad de que nunca estaría solo en sus travesuras.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.