El pollito volador



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, una niña llamada Sofía. Era muy curiosa y siempre estaba explorando el mundo que la rodeaba.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, encontró un pequeño pollito abandonado. Sofía no sabía qué hacer con él, pero decidió llevarlo a casa para cuidarlo. Le dio agua y comida y lo mantuvo caliente en una caja con una manta suave.

El pollito se recuperó rápidamente y se adaptó a su nueva vida con Sofía. Un día, mientras jugaban en el jardín trasero, el pollito comenzó a volar por encima de las cabezas de Sofía.

Ella se sorprendió mucho al ver que podía volar tan alto y le preguntó: "¿Cómo aprendiste a volar?". El pollito respondió: "No nací sabiendo cómo volar, tuve que aprenderlo".

Sofía quedó perpleja ante esta respuesta e inmediatamente quiso saber más sobre cómo había aprendido el pollito a volar. "¿Cómo lo hiciste?", preguntó Sofía. —"Bueno" , dijo el pollito, "al principio era difícil porque tenía miedo de caerme. Pero luego empecé a intentarlo cada vez más y más hasta que finalmente lo logré".

Sofía entendió entonces que para lograr algo nuevo había que tener paciencia y perseverancia como lo hizo el pollito para aprender a volar.

Desde ese día en adelante, Sofía practicaría nuevos desafíos diariamente: aprendió a pintar cuadros hermosos; estudiaba matemáticas todos los días después de la escuela y leía libros interesantes sobre lugares lejanos para aprender más del mundo. Cada vez que se enfrentaba a una situación difícil, recordaba las palabras del pollito: "No nací sabiendo cómo volar, tuve que aprenderlo".

Con el tiempo, Sofía se convirtió en una niña muy inteligente y talentosa. Siempre estaba lista para aprender algo nuevo y no tenía miedo de intentarlo.

Y así fue como la pequeña Sofía aprendió una gran lección de vida gracias a su amigo el pollito.

FIN.

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