El Pollo Feliz y los Dos Osos
Había una vez, en un rincón del bosque, un pollo feliz llamado Pipo. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y una canción en su corazón. Un día, decidió explorar más allá de su gallinero. Caminando por el bosque, se encontró con un oso que parecía muy triste. Este oso, llamado Osito, estaba sentado sobre una roca grande, mirando al suelo.
"Hola, Osito. ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Pipo, aterrizando suavemente a su lado.
"Hola, Pipo. Estoy triste porque no tengo amigos con quienes jugar" - respondió Osito, con una voz melancólica.
Pipo, con su sonrisa habitual, le dijo: "No te preocupes, yo puedo ser tu amigo. ¡Vamos a jugar al escondite!"
Osito levantó la cabeza y sonrió tímidamente, pero de inmediato se sintió un poco mejor.
Mientras tanto, Pipo decidió seguir su aventura. Caminando más, llegó a un lago donde encontró a otro oso, pero este parecía completamente diferente. Este oso, llamado Osoquín, estaba en una lancha, disfrutando de un día soleado.
"¡Hola, Osoquín! ¡Qué feliz te ves!" - exclamó Pipo, volando hacia él.
"¡Hola, Pipo! ¡Sí, estoy muy feliz! Hoy estoy disfrutando del agua y de la brisa. ¿Y vos?" - contestó Osoquín, riendo.
Pipo, emocionado por la alegría de Osoquín, le dijo: "¡Esto es increíble! Estoy conociendo a muchos amigos hoy. Ven, únete a nosotros en el bosque con Osito, ¡él necesita un poco de tu alegría!"
Osoquín pensó un momento y respondió: "Súper, ¡vamos!"
Ambos osos se dirigieron al bosque, donde Pipo había planeado un picnic. Pero al llegar, se dieron cuenta de que Osito no estaba tan alegre como Osoquín. Mirando a su amigo triste, Osoquín tuvo una idea.
"Osito, ¿quieres jugar a un juego de adivinanzas?" - sugirió Osoquín, deseando levantar el ánimo de su nuevo amigo.
Osito, intrigado, respondió: "¿Un juego de adivinanzas? Eso suena divertido, pero... ¿yo puedo adivinar?"
"¡Claro! Vamos a divertirnos juntos, eso es lo que importa. Y así, mientras jugaban, Osito comenzó a olvidar su tristeza. Las risas de Osoquín y Pipo llenaron el bosque y poco a poco, Osito se unió a la diversión, olvidando su tristeza y abriendo su corazón a la amistad.
Después de varias adivinanzas y muchas risas, al caer la tarde, Osito se sintió completamente renovado y lleno de alegría.
"Gracias, chicos. Me siento mucho mejor. ¡Jugar con ustedes es lo mejor!" - dijo Osito, con una gran sonrisa.
"¡Así se habla! ¡La amistad puede cambiarlo todo!" - gritó Pipo, saltando de alegría. Y Osoquín asintió, feliz de ver cómo su amigo se sentía mejor.
Desde ese día, los tres se volvieron inseparables. Aprendieron que las emociones pueden cambiar, y que compartir momentos alegres con amigos puede ayudar a cualquiera a sentirse mejor. Así, el pollo feliz y los dos osos vivieron muchas más aventuras juntos, siempre recordando lo valioso que es tener amigos que te acompañen a lo largo del camino.
Y así, el pollo feliz, el oso alegre y el oso que encontró su camino hacia la felicidad, juntos hicieron de cada día una celebración de la amistad y las emociones.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.