El Pollo Valiente



Era un hermoso día soleado en el Vacacional de Cañitas, donde un grupo de amigos había decidido llevar a sus hijos a disfrutar de la naturaleza. Los niños estaban emocionados por explorar y jugar en el parque, mientras sus padres preparaban una rica comida en la parrilla.

Mientras esperaban que el pollo se cocinara a la perfección, los pequeños comenzaron a jugar cerca de un pimpollo de maíz. De repente, uno de ellos, Tomi, gritó y corrió hacia sus padres.

"¡Miren, miren! ¡Hay un pollo vivo!" - exclamó Tomi con ojos desorbitados.

Los padres se acercaron rápidamente y efectivamente, allí estaba un pequeño pollo amarillo, correteando como si fuera el rey del mundo.

"¿Qué hace un pollo aquí?" - preguntó Marta, la mamá de Sofía.

"No tengo idea, pero hay que ayudarlo. No puede estar solo" - dijo Rodrigo, el papá de Tomi.

Los niños, incluidas Sofía y Ana, se acercaron al pollo, que parecía un poco asustado pero curioso.

"¡Es tan lindo!" - dijo Sofía, acariciando suavemente al pollo.

De repente, el pequeño animal se escapó de las manos de Sofía y comenzó a corretear por el parque, haciendo que los niños se rifaran en una carrera detrás de él.

"¡Atrápalo!" - gritó Tomi, riendo.

El pollo, con su camino zigzagueante y su plumaje luminoso, parecía estar disfrutando de la atención.

Después de unos minutos de risas y carreras, Tomi logró atrapar al pollo. Con cuidado, lo levantó y dijo:

"¡Lo tengo! Ahora, ¿qué hacemos con él?"

Los padres se miraron y comenzaron a discutir.

"Podríamos llevarlo a una granja" - sugirió Marta.

"O quizás hacer que se quede aquí un tiempo para que los niños aprendan sobre los animales en la naturaleza" - propuso Rodrigo.

"Eso es una gran idea, pero debemos asegurarnos de que esté cómodo y seguro" - agregó Sofía.

Los niños comenzaron a hacer un pequeño refugio con ramas, hojas y un poco de maíz que traían para el pollo, mientras los padres pensaban opciones de lo que se podía hacer.

Sin embargo, un giro inesperado ocurrió cuando, de repente, apareció una madre gallina buscando a su polluelo.

"¡Miren! ¡Es su mamá!" - exclamó Ana, apuntando hacia la gallina que caminaba con paso firme.

La gallina llegó hasta el grupo y comenzó a clocar, llamando al pequeño pollo que estaba con ellos.

"¡Aquí está, mamá!" - dijo Tomi, soltando al pollo.

El pollito corrió hacia su madre y la gallina lo abrazó bajo sus alas, llenándolo de calor y seguridad.

"Qué hermoso, se encontraron" - dijo Marta emocionada.

Los niños observaban la escena con amores en sus ojos, sintiéndose felices de haber sido parte de ese reencuentro.

"Quizás no todos los animales deben quedar con nosotros. A veces, hacen falta dejar a quienes aman encontrar su camino" - reflexionó Rodrigo.

Los niños comprendieron el mensaje. Aunque habían disfrutado del tiempo con el pollo, había que dejarlo volver con su mamá.

Esa tarde, aunque el pollo se había ido, los pequeños habían aprendido algo valioso sobre la familia y la libertad. Cuando sus padres comenzaron a servir la comida, todavía llevaban sonrisas en sus rostros, y cuentos del inesperado encuentro.

Desde ese día, cada vez que los niños escuchaban el canto de un gallo, recordaban la aventura del pollo valiente que encontró a su madre, y cómo era importante dejar ir a quienes amas, para darles la oportunidad de continuar su camino.

Y así pasaron el resto de sus vacaciones, compartiendo risas y aventuras, mientras el recuerdo del pequeño gallo y su mamá llenaba sus corazones de alegría.

FIN.

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