El Pony Juan y El Tajamar Mágico



Era un hermoso día soleado en el campo. Los pájaros cantaban, las flores lucían coloridas y el viento soplaba suavemente. En ese mundo de alegría, vivía un pony llamado Juan. Juan era un pony curioso y aventurero que siempre estaba dispuesto a explorar lo desconocido.

- ¡Hoy es un gran día para una aventura! - gritó Juan entusiasmado, mientras corría por los prados verdes.

Mientras trotaba, sus amigos, la cabra Carla y el patito Pablo, lo observaron y decidieron unirse a él.

- ¡Juan! - llamó Carla - ¿Adónde vas?

- A investigar el misterio del tajamar que está más allá de la colina - respondió Juan con emoción.

- ¡Suena divertido! - exclamó Pablo - Te seguimos.

Los tres amigos partieron hacia la colina. La curiosidad les hacía saltar de alegría, pero lo que no sabían era que detrás de la colina había un tajamar un poco más profundo de lo que imaginaban. Al llegar, Juan miró el agua cristalina y dijo:

- ¡Guau! ¡Es hermoso! Vean cómo brilla el sol en el agua.

Sin pensarlo dos veces, Juan se acercó un poco más.

- Juan, ten cuidado - advirtió Carla, pero Juan estaba demasiado excitado.

De repente, Juan resbaló y cayó dentro del tajamar.

- ¡Ayuda! - chilló Juan mientras chapoteaba dentro del agua.

Carla y Pablo se asustaron, pero rápidamente se acercaron.

- ¡No te preocupes, Juan! - gritó Pablo - ¡Vamos a ayudarte!

Carla, que era muy ingeniosa, pensó en una idea.

- ¿Qué tal si traemos un largo tronco de madera para que puedas salir? - sugirió.

Sin perder tiempo, los dos amigos comenzaron a buscar un tronco adecuado. Después de algunos minutos, encontraron uno suficientemente largo y fuerte.

- ¡Acá está! - dijeron entusiasmados mientras lo llevaban hacia el tajamar.

Con mucho esfuerzo, lo colocaron cerca del borde.

- Agárrate de este tronco, Juan - le indicaron.

Juan, un poco asustado pero decidido, tomó el tronco con sus patitas. Con un empujón de sus amigos, logró salir del tajamar, empapado pero feliz.

- ¡Gracias, amigos! - dijo Juan aliviado, echándose a rodar para sacudirse el agua.

- Estás bien, eso es lo que importa - dijo Carla.

- Pero, Juan, ¿viste que no debes acercarte tanto al borde? - le recordó Pablo.

Juan asintió, comprendiendo la importancia de la advertencia.

- Tienen razón, amigos. ¡Prometo ser más cuidadoso! - dijo Juan con una sonrisa.

Después de la caída, decidieron sentarse bajo un árbol frondoso para descansar. Mientras disfrutaban de una rica merienda de hierbas y bayas, Juan reflexionó sobre lo ocurrido.

- A veces, la curiosidad puede meternos en problemas - dijo Juan pensativo. - Pero también es cierto que con amigos podemos superar cualquier dificultad.

Carla y Pablo asintieron, comprendiendo que el verdadero valor de la amistad estaba en ayudar a los demás. Desde ese día, Juan decidió que cada aventura debía estar acompañada de precaución y, sobre todo, del valioso apoyo de sus amigos.

Así, el pony Juan y sus amigos aprendieron que ser aventurero es genial, pero siempre hay que tomar precauciones y escuchar a quienes se preocupan por nosotros. A partir de entonces, cada vez que salían de aventura, se aseguraban de tener un plan y estar juntos, porque la verdadera magia de la vida se encuentra en la amistad.

Y así, el pony Juan siguió explorando el mundo con Carla y Pablo, pero siempre con cuidado y precaución. Aunque el tajamar había sido un lugar aterrador, también se convirtió en un recuerdo querido, que les enseñó a siempre cuidar de sí mismos y de los demás.

FIN.

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