El Portal a la Ciudad de los Caramelos



Había una vez en una pequeña escuela de Buenos Aires, un niño llamado Lucas, a quien le encantaba aprender cosas nuevas. Un día, su maestra, la señorita Marta, les anunció a sus alumnos que iban a tener una clase especial en un aula secreta. Al llegar a la clase, la señorita Marta realizó un ritual muy peculiar, y de repente, la pared se abrió revelando un hermoso portal hacia la Ciudad de los Caramelos.

Lucas y sus compañeros de clase se quedaron boquiabiertos al ver este increíble descubrimiento. La señorita Marta los animó a entrar al portal, explicándoles que la Ciudad de los Caramelos era un lugar mágico donde podían aprender de forma divertida y creativa.

Una vez dentro, se encontraron con calles hechas de caramelo, árboles de algodón de azúcar y ríos de dulce de leche. Todos los edificios estaban decorados con golosinas de colores y el aroma de caramelos y chocolates inundaba el aire. La señorita Marta les explicó que en esa ciudad podían aprender matemáticas con caramelos, ciencias con experimentos de dulces y literatura con cuentos fantásticos.

Los niños estaban fascinados y se sumergieron en la diversión y el aprendizaje. Pero de repente, un enjambre de abejas de caramelo apareció alrededor de ellos. La señorita Marta les recordó que en la Ciudad de los Caramelos también debían enfrentar desafíos y resolver problemas.

- ¡Tranquilos chicos! Tenemos que trabajar en equipo para encontrar una solución –dijo la señorita Marta. Juntos, idearon un plan para atraer a las abejas hacia un jardín de flores dulces, donde podrían recolectar néctar en paz.

Después de superar este desafío, siguieron explorando la ciudad y aprendiendo de manera increíblemente divertida. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que debían regresar a la escuela antes de que la clase terminara. La señorita Marta los condujo de vuelta al portal y cerró la entrada con cuidado.

Al salir del aula secreta, los niños estaban emocionados y con una sabiduría renovada. Habían aprendido que el conocimiento puede estar en los lugares más inesperados, y que enfrentar desafíos solo los hacía más fuertes. A partir de ese día, la clase secreta se convirtió en un recuerdo inolvidable, y todos los niños recordarían con cariño la emocionante aventura en la Ciudad de los Caramelos.

FIN.

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