El Portal de la Amistad



Había una vez dos chicos, Mateo y Lucas, que vivían en mundos completamente diferentes. Mateo vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas, mientras que Lucas vivía en una ciudad bulliciosa llena de rascacielos.

Un día, por casualidad, Mateo encontró un portal mágico que lo llevó directamente a la ciudad donde vivía Lucas. Al principio, se sintió abrumado por el ruido y el caos de la gran ciudad.

Pero pronto se dio cuenta de que había muchas cosas interesantes para explorar. Lucas estaba jugando con su teléfono cuando vio a Mateo parado allí con ojos curiosos.

Se acercó y preguntó: "¿Quién eres? ¿Cómo llegaste aquí?"Mateo le explicó lo del portal mágico y cómo había terminado en la ciudad de Lucas. Aunque eran muy diferentes, los dos chicos comenzaron a entablar una amistad. "¡Vamos a explorar mi mundo!" exclamó Lucas emocionado. Así fue como empezaron a recorrer las calles animadas de la gran ciudad.

Visitaban museos, parques y probaban comidas nuevas en cada esquina. Pero después de unos días, Mateo comenzó a extrañar su tranquilo pueblo rodeado de naturaleza. Le contó sus sentimientos a Lucas. "Entiendo cómo te sientes", dijo Lucas comprensivo.

"También extraño la paz y tranquilidad de tu mundo". Los dos chicos decidieron buscar un nuevo portal mágico para regresar al pueblo de Mateo.

Después de mucho buscar, encontraron uno escondido detrás de un viejo árbol cerca del parque. Cuando llegaron al pueblo de Mateo, Lucas se sorprendió por la belleza del paisaje. Las montañas, los ríos y el aire fresco lo dejaron sin palabras. "Es increíble", susurró Lucas asombrado.

Mateo sonrió y le mostró a Lucas su lugar favorito: un hermoso lago rodeado de árboles frondosos. Los dos chicos se sentaron junto al lago, disfrutando de la paz y la serenidad del lugar. "Gracias por traerme aquí", dijo Lucas emocionado.

"Aunque nuestros mundos sean diferentes, hay cosas maravillosas en ambos". Los chicos aprendieron que aunque vivían en mundos distintos, podían aprender mucho el uno del otro. Apreciaban las diferencias y celebraban las similitudes entre sus culturas.

Desde ese día, Mateo y Lucas compartieron aventuras tanto en la ciudad como en el pueblo. Juntos descubrieron que lo importante no era dónde vivían, sino cómo se apoyaban mutuamente y valoraban cada experiencia única que compartían.

Y así fue como estos dos chicos de diferentes mundos demostraron que la amistad puede atravesar cualquier barrera y enseñarnos a todos a aceptar y celebrar nuestras diferencias.

FIN.

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