El Portal de la Amistad



Había una vez un chico llamado Adrián que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Era un niño curioso y aventurero, siempre buscando nuevas emociones.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, Adrián se encontró con algo sorprendente: ¡un elfo! El elfo era pequeñito, apenas llegaba a la rodilla de Adrián. Tenía orejas puntiagudas, ojos brillantes y una sonrisa traviesa en su rostro.

Se llamaba Puck y había llegado al mundo humano por accidente. Adrián no podía creer lo que veían sus ojos. Había leído sobre los elfos en los libros de cuentos, pero nunca imaginó que uno realmente existiera.

Sin pensarlo dos veces, decidió llevarlo a casa para cuidarlo. Al llegar a casa, Adrián escondió a Puck en su habitación para evitar que sus padres lo descubrieran. Allí pasaron horas conversando y compartiendo historias fantásticas.

Puck le contó sobre la magia de su mundo y las maravillas que había visto. Poco a poco, Adrián se dio cuenta de que Puck quería regresar a su hogar pero no sabía cómo hacerlo.

Juntos idearon un plan: buscarían el portal mágico escondido en el corazón del bosque para devolver al elfo a su mundo. Así comenzaron una emocionante aventura llena de desafíos y sorpresas inesperadas. En el camino se encontraron con criaturas mágicas como hadas juguetonas y duendes bromistas que les ayudaban u obstaculizaban su camino.

En un momento dado, cuando estaban a punto de rendirse, Adrián recordó algo importante: la fuerza de la amistad y el poder del trabajo en equipo.

Decidió pedir ayuda a sus amigos del pueblo, quienes se unieron a ellos con entusiasmo. Juntos, encontraron el portal mágico y lograron abrirlo. Puck estaba emocionado por volver a casa pero también triste por dejar a su nuevo amigo. Sin embargo, sabía que siempre llevaría a Adrián en su corazón.

Antes de despedirse, Puck le regaló a Adrián una pequeña bolsa llena de polvo de hadas.

Le dijo que si alguna vez necesitaba un poco de magia o valentía extra, solo tenía que esparcir un poco del polvo y pensar en él. Con lágrimas en los ojos pero con el corazón lleno de gratitud y alegría, Adrián vio cómo Puck cruzaba el portal y desaparecía ante sus ojos.

Desde aquel día, Adrián nunca dejó de creer en la magia ni olvidar las lecciones aprendidas durante aquella aventura. Siempre llevaba consigo la bolsa de polvo de hadas como símbolo de amistad y valentía.

Y así fue como la historia del encuentro entre un chico llamado Adrián y un elfo llamado Puck se convirtió en una leyenda que todos los niños del pueblo compartían con alegría. Porque aunque no todos puedan ver elfos o criaturas mágicas, todos pueden encontrar la magia dentro de sí mismos si creen lo suficiente.

FIN.

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