El Portal de la Esperanza



En una noche lluviosa de hace siglos, en un reino mágico llamado Eldoria, los relámpagos iluminaban el cielo oscuro mientras las criaturas del bosque se refugiaban del torrencial aguacero. Era un tiempo lleno de maravillas, pero también de temores que acechaban desde las sombras.

Entre los árboles, un joven llamado Leo caminaba con prisa, su corazón golpeando con fuerza. Leo no era un niño común, pues su madre había sido una poderosa maga que protegía al pueblo de Eldoria. Sin embargo, un terrible mal había comenzado a transformarlo. Los rumores hablaban de un portal al infierno que había surgido en el Bosque Oscuro, un lugar donde las criaturas se volvían monstruos y los humanos se mutaban.

Mientras avanzaba por senderos empapados, lo acompañaban sus fieles amigos: Astrid, una elfa ágil y valiente, y Thor, un lobo leal y hablador.

"Leo, ten cuidado. El bosque está lleno de sombras", advirtió Astrid, mirando hacia los árboles oscuros.

"No puedo quedarme quieto, amigos. Debo encontrar el portal y cerrarlo", respondió Leo, decidido.

Los tres amigos llegaron a un claro donde el viento aullaba y el miedo se sentía palpable. En el centro del claro, una luz brillante danzaba, revelando un portal giratorio que emitía un rugido aterrador.

"¡No podemos dejar que eso se expanda!", gritó Thor.

"Pero, ¿cómo lo cerramos?", preguntó Astrid, observando con preocupación.

Leo recordó las palabras de su madre sobre el poder del amor y la amistad. Debían encontrar una forma de unir sus fuerzas. Juntos se acercaron al portal.

"Debemos gritar lo que más amamos para contraatacar la oscuridad", sugirió Leo, anticipando lo que debía hacer.

"¡Amor y amistad!", exclamaron, poniendo todo su corazón en las palabras. Pero la luz del portal tembló sin inmutarse.

Leo sintió que el miedo lo invadía, pero en ese instante recordó a su madre, a su risa, sus abrazos. Tenía que hacer más que gritar; debía sentir.

"¡Yo amo a Eldoria! ¡A todos los que viven aquí! No quiero verlos sufrir más por culpa de este terror", exclamó, mientras una energía brillante lo rodeaba.

"¡Estamos contigo!", gritaron Astrid y Thor, llenando el aire con su esperanza.

De repente, una explosión de luz iluminó el claro, y el portal comenzó a cerrarse. Pero una sombra oscura emergió de las profundidades, revelando a un monstruo de tentáculos y ojos resplandecientes.

"¡No permitiré que cerquen mi mundo!", rugió la criatura con una voz aterradora.

"¡No nos detendremos!", gritó Leo.

La energía del amor y la amistad resonaba creo un escudo brillante que enfrentaba al monstruo. Con un último esfuerzo combinado, los tres lanzaron un grito de amor y unión. Derrotaron a la sombra, y el portal se cerró de golpe, enviando destellos de luz hacia el cielo.

Reinaba la paz en Eldoria nuevamente.

"Lo logramos", dijo Astrid, abrazando a Leo y a Thor.

"El amor siempre puede vencer el miedo", sonrió Leo, iluminado por la victoria.

Desde ese día, Leo se convirtió en un guardián del bosque, junto a sus amigos, prometiendo proteger a Eldoria y recordar que el verdadero poder reside en el amor y la amistad, mientras las criaturas del bosque danzaban en la luz de la luna, felices y libres.

Y así, la noche lluviosa no solo trajo el temor de lo desconocido, sino también la certeza de que, juntos, podían enfrentar cualquier oscuridad.

FIN.

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