El portal de los dinosaurios


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Dino, tres amigos muy curiosos y aventureros: Thiago, Brisa y Agustín. A ellos les encantaba explorar el bosque que rodeaba su hogar y descubrir nuevos secretos de la naturaleza.

Un día, mientras caminaban por el bosque, escucharon un ruido extraño proveniente de lo más profundo del follaje. Se acercaron con cautela y se encontraron con una puerta misteriosa.

Sin pensarlo dos veces, decidieron abrirla y lo que vieron los dejó sin palabras: ¡un mundo lleno de dinosaurios! Los niños no podían creer lo que veían sus ojos.

Había diplodocus gigantes caminando tranquilamente entre los árboles, pterodáctilos volando por el cielo y hasta un temible tiranosaurio rex asomándose detrás de una colina. - ¡Esto es increíble! -exclamó Thiago emocionado-. ¡Siempre soñé con ver dinosaurios de cerca! - Pero debemos tener cuidado -advirtió Brisa-, algunos pueden ser peligrosos.

Decidieron adentrarse en aquel mundo prehistórico pero manteniendo las distancias prudentes. En su camino se encontraron con un pequeño triceratops perdido. - ¿Necesitas ayuda? -preguntó Agustín amablemente al triceratops. El dinosaurio movió la cabeza afirmativamente y los niños decidieron acompañarlo a buscar a su familia.

Mientras recorrían el bosque junto al triceratops, descubrieron algo sorprendente: había plantas que brillaban en la oscuridad. Eran como pequeñas luciérnagas luminosas que iluminaban el camino. - ¡Qué hermoso! -exclamó Brisa maravillada-. Nunca había visto algo igual.

Finalmente, encontraron a la familia del triceratops y todos juntos regresaron al pueblo Villa Dino. Los habitantes del lugar no podían creer lo que estaban viendo: dinosaurios caminando por las calles.

La noticia de esta increíble aventura se extendió rápidamente y los científicos de todo el mundo llegaron para estudiar aquel fenómeno único. Descubrieron que aquel bosque mágico era un portal a una época pasada, donde aún existían los dinosaurios.

Los niños fueron aclamados como héroes y recibieron medallas por su valentía y espíritu aventurero. Pero más importante aún, aprendieron una gran lección: la importancia de proteger y respetar la naturaleza. Desde ese día, Thiago, Brisa y Agustín se convirtieron en defensores del medio ambiente.

Organizaron campañas de limpieza en su pueblo y enseñaron a otros niños sobre la importancia de cuidar nuestro planeta.

Y así, gracias a su curiosidad e intrépida actitud, estos tres amigos lograron hacer del mundo un lugar mejor para todos, incluyendo a esos majestuosos dinosaurios que habían encontrado en el bosque mágico.

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