El portal de los monstruos amigables
Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un portal mágico que llevaba a un mundo alternativo lleno de monstruos amigables.
Este portal se encontraba oculto en el Parque Centenario y solo los niños con corazones puros podían encontrarlo. Un día, Sofía, una niña aventurera y curiosa, decidió explorar el parque en busca del legendario portal.
Siguiendo las indicaciones de su abuelo, quien le había contado historias sobre este lugar mágico, Sofía recorrió cada rincón del parque hasta que finalmente descubrió una puerta antigua detrás de unos arbustos. Sin pensarlo dos veces, Sofía empujó la puerta y al cruzarla se encontró con una ciudad llena de coloridos monstruos.
Para su sorpresa, estos monstruos no eran malvados como los cuentos tradicionales nos hacen creer. Eran seres amigables que vivían felices en su propia comunidad.
Sofía hizo rápidamente amigos entre ellos: Luna, una pequeña criatura brillante; Maxi, un enorme monstruo animal pero tierno; y Pipo, un travieso monstruito verde con muchas ganas de jugar siempre. Los días pasaban volando mientras Sofía disfrutaba de aventuras emocionantes junto a sus nuevos amigos. Juntos construyeron casitas para los animalitos del bosque y plantaron flores por toda la ciudad mounstro.
También aprendieron a cocinar platos deliciosos usando ingredientes extraños como escamas de dragón o cabellos de unicornio. Un día llegó al pueblo un monstruo diferente llamado Griselda.
A diferencia de los demás, Griselda era gruñona y siempre estaba enfadada. Los demás monstruos intentaron acercarse a ella pero no lograban hacerla sonreír. Sofía, con su corazón lleno de compasión, decidió acercarse a Griselda y preguntarle qué le pasaba.
Griselda le contó que se sentía sola y triste porque había perdido a su familia en el mundo humano y creía que nadie la aceptaría por ser diferente. Sofía entendió cómo se sentía Griselda y decidió ayudarla. Juntos organizaron una gran fiesta sorpresa para alegrarle el día.
Invitaron a todos los monstruos del pueblo mounstro e incluso trajeron sus platos favoritos para compartir. Al ver todo el amor y la amistad que le rodeaba, Griselda comenzó a sentirse mejor.
Poco a poco, fue dejando atrás su malhumor y descubrió lo maravilloso que era tener amigos de todas las formas y tamaños. Desde ese día en adelante, Griselda nunca más estuvo sola ni triste.
Se convirtió en una parte importante de la comunidad mounstro y siempre tenía una sonrisa en su rostro.
Sofía aprendió muchas lecciones importantes durante su tiempo en la ciudad mounstro: que no debemos juzgar a los demás por su apariencia o diferencias; que todos merecen amor y amistad; y sobre todo, que un corazón bondadoso puede cambiar vidas. Y así fue como Sofía vivió aventuras increíbles junto a sus amigos monstruosos mientras enseñaban al mundo humano el valor de la diversidad y la importancia de la amistad.
Porque, al final del día, lo que importa es el amor que compartimos con los demás, sin importar cómo sean por fuera.
FIN.