El portal del arte libre
Había una vez un niño llamado Lucas, a quien le encantaba dibujar y pintar. Un día, mientras paseaba por el parque, encontró un extraño portal escondido detrás de unos arbustos.
Sin pensarlo dos veces, decidió cruzarlo y se encontró en un lugar mágico: ¡el país del arte! Al principio, Lucas estaba sorprendido por la explosión de colores que lo rodeaban.
Había cuadros gigantes en las paredes, esculturas enormes en cada esquina y música que fluía por el aire. Se sentía abrumado pero emocionado al mismo tiempo. -¡Wow! ¡Esto es increíble! -exclamó Lucas mientras caminaba maravillado por las calles del país del arte.
Pronto, se dio cuenta de que podía interactuar con todo lo que veía a su alrededor. Los colores cobraban vida y bailaban a su alrededor, las formas cambiaban según su estado de ánimo y las texturas lo hacían sentirse vivo como nunca antes.
-¡Hola! ¿Quién eres tú? -preguntó una acuarela parlante que colgaba en una pared. -Soy Lucas, un niño curioso que ha llegado aquí por accidente -respondió él con una sonrisa. La acuarela lo invitó a explorar más a fondo el país del arte y descubrir todos los secretos que guardaba.
Así comenzó la aventura de Lucas en este mundo tan especial. Cada día era una nueva experiencia para Lucas.
Conoció a personajes peculiares como Pincelina, la hada de los colores; Esculpio, el maestro de las esculturas; y Melodía, la musa de la música. Todos ellos le enseñaron algo valioso sobre el arte y cómo este podía cambiar su vida para siempre. Poco a poco, Lucas fue perdiendo el miedo a expresarse a través del arte.
Pintaba sus sueños más salvajes, esculpía sus emociones más profundas y componía melodías que solo él podía escuchar. Se sentía libre y feliz como nunca antes había experimentado.
Un día, cuando ya llevaba bastante tiempo en el país del arte, Lucas recibió una misión especial: debía crear una obra maestra que representara todo lo aprendido durante su estancia allí. Con determinación y amor en su corazón, se puso manos a la obra.
Dedicó horas interminables a su creación, dejando fluir toda su creatividad sin límites ni restricciones. El resultado fue asombroso: un mural gigante lleno de color, forma y textura que reflejaba la belleza interior de Lucas como nunca antes se había visto.
Cuando terminó su obra maestra, todos los habitantes del país del arte se reunieron para admirarla. Se quedaron sin palabras ante tanta belleza y emoción desbordante emanada del mural creado por Lucas. -Felicitaciones querido Lucas -dijo Pincelina con lágrimas en los ojos-.
Has demostrado ser un verdadero artista en cuerpo y alma. Lucas sintió una profunda gratitud hacia todo lo vivido en aquel lugar mágico.
Había descubierto no solo el poder transformador del arte sino también la magia de ser fiel a uno mismo y expresarse sin miedo ni prejuicios. Con el corazón rebosante de alegría y sabiduría nueva adquirida gracias al país del arte, cruzo nuevamente el portal para regresar al mundo real llevando consigo todas las experiencias vividas allá.
Y desde ese momento, siguiendo inspirándose cada día, convirtiendo así cada instante ordinario en extraordinario mediante aquello aprendido.
FIN.