El portal del conocimiento


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, seis niños muy curiosos y aventureros: Sofía, Martina, Valentina, Tomás, Mateo y Juan.

Un día, mientras jugaban en el parque, encontraron un extraño objeto brillante que parecía ser una especie de portal. Intrigados por su descubrimiento, los seis amigos decidieron acercarse al objeto y sin dudarlo un segundo, entraron en él. Al instante se vieron transportados a un planeta completamente diferente a todo lo que habían conocido antes.

No había edificios altos ni calles asfaltadas; solo hermosos paisajes verdes y coloridos. Pero lo más sorprendente era que no había ordenadores en ese lugar.

Los niños se miraron unos a otros con asombro e inmediatamente comenzaron a preguntarse qué era eso tan importante que faltaba allí. "¿Qué es eso de los ordenadores?", preguntó Sofía con curiosidad. "Son máquinas increíbles", respondió Tomás emocionado. "Nos ayudan a hacer muchas cosas como buscar información o jugar videojuegos".

Los demás niños escuchaban atentamente mientras Tomás trataba de explicarles cómo funcionaban los ordenadores utilizando palabras sencillas para que todos pudieran entenderlo. "Imagina tener una caja mágica", dijo Mateo entusiasmado.

"Dentro de ella hay miles de libros para leer y aprender sobre cualquier cosa". Valentina levantó la mano con emoción "¡Y también podemos dibujar y colorear! Hay programas especiales en los ordenadores que nos permiten crear obras de arte digitales".

Martina, que era muy curiosa, preguntó "Pero, ¿cómo se ven esas cosas si no hay pantallas en este planeta?""¡Eso es lo más fascinante!", exclamó Juan. "En los ordenadores hay una pantalla donde podemos ver todas las imágenes y palabras".

Los niños se miraron unos a otros con alegría. A pesar de estar en un lugar sin ordenadores, sabían que podían llevar el conocimiento y la imaginación que habían adquirido gracias a ellos.

Decidieron explorar más el planeta y mientras caminaban encontraron una comunidad de seres extraterrestres amigables llamados los —"Astronitos" . Los pequeños extraterrestres estaban fascinados por la historia de los ordenadores y se emocionaron al escuchar cómo funcionaban. Los Astronitos decidieron construir su propio sistema de información utilizando materiales naturales del planeta.

Juntos, trabajaron duro para crear una biblioteca llena de libros escritos a mano por los niños humanos. También hicieron murales coloridos para representar las obras de arte digitales que habían aprendido sobre los ordenadores.

Al finalizar su trabajo, Sofía, Martina y Valentina sintieron una gran satisfacción al ver cómo podían compartir sus conocimientos con otros seres y ayudarlos a aprender cosas nuevas sin necesidad de tecnología avanzada. El día llegó cuando fue hora de regresar a casa.

Los seis amigos dijeron adiós a los Astronitos con lágrimas en sus ojos pero con corazones llenos de gratitud por esta increíble aventura educativa.

Al llegar nuevamente a Villa Feliz, Sofía, Martina y Valentina organizaron un evento especial en el parque para compartir con sus amigos y vecinos todo lo que habían aprendido sobre los ordenadores. Explicaron cómo podían usar su imaginación y creatividad para aprender cosas nuevas, sin importar si tenían acceso a la tecnología o no.

Desde ese día, los niños de Villa Feliz comenzaron a valorar aún más su capacidad de aprender y crear sin depender únicamente de las máquinas.

Descubrieron que la verdadera magia estaba en su interior y que siempre podían encontrar formas emocionantes de explorar el mundo que los rodeaba. Y así, gracias al viaje a ese lejano planeta, Sofía, Martina y Valentina inspiraron a todos los niños del pueblo a seguir buscando conocimiento y aventuras en cada rincón del universo.

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