El Portal del Tiempo
Había una vez tres niños aventureros: Irene, Adrián y Héctor. Un día, mientras exploraban una antigua alcantarilla abandonada cerca de su casa, descubrieron un extraño portal que los transportó a la prehistoria.
Cuando llegaron, se encontraron en un mundo lleno de dinosaurios gigantes y otras criaturas fascinantes. Los dinosaurios hablaban y tenían sentimientos, lo cual sorprendió mucho a los niños. Rápidamente se dieron cuenta de que algo no estaba bien en aquel lugar.
Se encontraron con Triceratops, un amigable dinosaurio que les explicó la situación. Resulta que un enorme asteroide se acercaba a la tierra prehistórica y amenazaba con destruir todo a su paso. Si eso sucedía, los dinosaurios desaparecerían para siempre.
Irene, Adrián y Héctor sabían que tenían que hacer algo para salvar el mundo prehistórico y encontrar la forma de volver a casa. Decidieron buscar al sabio anciano del bosque para obtener ayuda.
Después de una larga caminata por el espeso bosque lleno de plantas exóticas y sonidos desconocidos, finalmente encontraron al anciano. El sabio les dijo que había una manera de detener el asteroide: debían encontrar tres piedras mágicas escondidas en diferentes lugares del mundo prehistórico.
Con determinación en sus ojos, los tres amigos emprendieron su misión.
Pasaron por cuevas oscuras habitadas por murciélagos gigantes, cruzaron ríos caudalosos donde temibles plesiosaurios nadaban libremente e incluso treparon a lo alto de un volcán en erupción para encontrar la primera piedra mágica. En su viaje, se encontraron con dinosaurios de todas las formas y tamaños, desde el pequeño Velociraptor hasta el imponente Tyrannosaurus Rex. Cada uno les enseñaba algo nuevo sobre la prehistoria y cómo vivían los dinosaurios.
Finalmente, después de superar muchos obstáculos y desafíos, lograron encontrar las tres piedras mágicas. Ahora solo faltaba llevarlas al lugar correcto para detener el asteroide. Con la ayuda del sabio anciano, colocaron las piedras en un altar antiguo justo a tiempo.
El poder de las piedras hizo que el asteroide se desviara y se alejara de la tierra prehistórica. Los dinosaurios celebraron con alegría y agradecieron a los valientes niños por salvar su hogar.
Triceratops les dio una última sorpresa: un portal que los llevaría de regreso a casa. Irene, Adrián y Héctor se despidieron de sus nuevos amigos dinosaurios con lágrimas en los ojos pero llenos de gratitud por haber vivido una experiencia única e inolvidable.
Al cruzar el portal, volvieron a la alcantarilla donde todo había comenzado. Se miraron entre sí con una sonrisa llena de complicidad, sabiendo que habían vivido una aventura extraordinaria juntos.
Desde ese momento, Irene, Adrián y Héctor nunca dejaron de soñar ni temer enfrentarse a nuevos retos. Aprendieron que trabajar en equipo y ser valientes puede lograr cosas increíbles.
Y aunque ya no podían hablar con los dinosaurios, siempre llevaron en su corazón la magia y la amistad de aquel mundo prehistórico. Y así, los tres amigos continuaron explorando y viviendo nuevas aventuras, recordando siempre ese increíble viaje a la prehistoria donde salvaron a los dinosaurios y encontraron el valor dentro de sí mismos.
FIN.