El Portal Mágico de la Bruja



En un claro del bosque, donde los árboles danzaban con la brisa y las flores brillaban como estrellas, vivía una astuta bruja llamada Clara. Aunque muchos la creían temida y solitaria, en realidad, Clara tenía un escondite secreto donde preparaba pociones y sueños.

Un día, mientras recolectaba hierbas, decidió hacer una poción especial. Tenía mucha curiosidad sobre el mundo de los humanos. Clara mezcló lágrimitas de sol, susurros de viento y un poco de polvo de estrellas. Al final de su poción, un brillo intenso iluminó su cabaña, y en el aire apareció un portal brillante.

Mientras tanto, en el bosque, un grupo de animales curiosos se reunía. Estaba Tico, el topito, que siempre tenía su nariz metida en problemas; Lila, la ardillita ágil; y Bruno, el búho sabio.

"¿Vieron ese resplandor?" - preguntó Tico emocionado.

"¡Sí! Vamos a investigar, puede ser una aventura increíble!" - saltó Lila.

"Chicos, tengan cuidado. No sabemos qué hay al otro lado. Pero, claro, la curiosidad es más fuerte que el miedo" - dijo Bruno con un guiño.

Los tres amigos se acercaron temerosos al portal. Sin pensarlo dos veces, Tico empujó a Lila, quien a su vez empujó a Bruno, y así cruzaron juntos el portal, aterrizando en un colorido y bullicioso vecindario humano.

Al principio, quedaron estupefactos. Había casas enormes, luces brillantes y personas que hablaban y reían por doquier.

"¡Mirá!" - exclamó Lila señalando una pileta llena de juguetes.

"¿Qué son esos aparatos que brillan?" - preguntó Tico mientras se acercaba a un teléfono móvil.

"Es un teléfono, sirve para comunicarse, pero no se acerquen mucho, no saben si pueden asustarlas o no" - dijo Bruno con prudencia.

De repente, una niña salió de su casa y se sintió extrañamente atraída por la presencia de estos animales parlantes, aunque al principio pensó que solo era su imaginación.

"¿Bajo el sol o bajo la luna? ¡Voy a jugar al patio!" - gritó la niña, y los animales se ocultaron detrás de unas macetas.

Los animales observaron cómo la niña jugaba con juguetes de colores, y aunque no podían entender su mundo del todo, reconocieron un deseo compartido: diversión y amistad.

"¡Es maravilloso, pero extraño!" - dijo Lila, saltando emocionada.

"Sí, pero debemos volver y contarle a Clara. Tal vez sepa cómo controlar el portal para regresar cuando queramos" - respondió Bruno.

Antes de regresar, decidieron valerse de un truco. Usaron un poco de su ingenio para combinar sus habilidades: Tico cavó un pequeño túnel bajo el portal mientras Lila subía y agachaba ramas para que el ruido humano no los alarmara, y Bruno, con su sabiduría, vigilaba desde arriba.

Una vez que cruzaron, Clara les esperó con una sonrisa.

"¿Descubrieron el mundo de los humanos?" - preguntó divertidamente.

"¡Sí!" - gritaron los tres. "Es un lugar muy divertido, pero distinto a nuestro bosque. ¿Podemos volver?"

"Por supuesto, pero recuerden, cada vez que crucen el portal, aprenderán algo nuevo sobre la amistad y las diferencias" - les explicó Clara.

Desde entonces, cada vez que querían explorar el mundo humano, los animales volvían al bosque. Traían historias de risas, juegos y aventuras, y descubrían que, aunque eran distintos, la amistad siempre podía crear puentes entre ellos y las personas.

Al final, el bosque se llenó de risas, y no sólo de animales, sino también de amigos humanos, gracias a la valentía de aquellos tres animales y la magia de una bruja curiosa.

Y así, la amistad se volvió su mayor tesoro, demostrando que el descubrimiento de lo diferente enriquece nuestras vidas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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